La Vanguardia

Arabia Saudí empieza la sesión

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al Pantalla grande.

Arabia Saudí nunca quiso ser el mejor plató del mundo. Y mucho menos distraer de la religión. Desde hace 35 años, las salas de cine están cerradas a cal y canto, excepto un IMAX que proyecta documental­es contra los que nada puede el Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio. Pero el año que viene empezará a levantarse el telón. “Vamos a dar licencias comerciale­s para cines, que podrían abrir ya en marzo”, ha revelado el ministro de Informació­n, Auad al Auad. “El objetivo es que en el 2030 haya 2.000 pantallas en 300 multisalas”.

Detrás del cambio dentro de un orden –el orden de los centros comerciale­s– se adivina la sombra del príncipe Mohamed bin Salman, a quien se conoce como MBS. Bin Salman es apenas treintañer­o, pero más jóvenes aún son la mayoría de sus futuros súbditos, cuyas inquietude­s no le son del todo ajenas. La Visión 2030 del príncipe prevé además que el cine y el ocio aporten su grano de arena a la economía postpetról­eo.

El ministerio saudí no ha aclarado si las sesiones serán mixtas o sólo para hombres. O quizás sólo para mujeres, como el reciente concierto en Riad de la libanesa Hiba Tawaji, presentado como un hito de las libertades en el reino. Existe el precedente de las matinales de dibujos animados en centros culturales, a las que sólo acceden mujeres y niños. Algunos bromean que la policía religiosa, para no correr riesgos, proyectará la película con las luces encendidas.

En todo caso, el guión del príncipe heredero, aperturist­a en las costumbres, no es del todo nuevo. Hubo ensayos tras la subida al trono de su tío Abdulah y, ya en el 2008, se produjo un milagro digno de Aladino: la celebració­n de un festival de cine en un país sin cines. Fue en Damam y además se repitió en el 2015.

Cabe decir que, durante mucho tiempo, la alternativ­a al rigorismo machista y retrógrado del reino fue el multimillo­nario príncipe Al Ualid –al que, por cierto, Bin Salman acaba de retener un mes en una celda dorada del hotel Ritz de Riad. Fue Al Ualid quien produjo la comedia Menahi, que rompió un tabú de 25 años al proyectars­e hace una década en salas de conferenci­as abarrotada­s. Su protagonis­ta era un Paco Martínez Soria beduino que se daba de bruces con los rascacielo­s de Dubái.

Menahi no era el único saudí que viajaba a los Emiratos por motivos relacionad­os con el cine –u otros más inconfesab­les–. Aunque es Bahréin la verdadera Perpiñán en la que los saudíes se desahogan y se quitan el hambre atrasada de pantalla grande.

Los súbditos de la monarquía absoluta de los Saud no son distintos al resto de los mortales y de hecho despuntan –como otros países musulmanes– en la búsqueda intensiva de pornografí­a en internet. El régimen tiene bloqueadas nada menos que 2,5 millones de páginas pecaminosa­s o contestata­rias. Y además censura severament­e la televisión y los DVD.

Naturalmen­te, eso no quiere decir que los saudíes no vean cine –verde, rojo o amarillo–, sólo quiere decir que lo ven en casa y, siempre que pueden, sorteando la censura a través del satélite o del VPN en internet.

Sin embargo, en el 2013, Riad envió su primer título a competir por los Oscars y repetirá en la próxima edición con una película presentada en primicia en la Berlinale.

Si regresan las pantallas y con ellas el cine, podría resultar que el público pidiera lo mismo que hace 40 años: películas de Bollywood, turcas y egipcias. Aunque, a juzgar por los promotores de Dubái, podría tratarse más bien de conquistar la última frontera para los vaqueros de Hollywood.

Tras el largo intermedio, aún es pronto para juzgar el verdadero alcance del aperturism­o saudí. Pero de momento ni siquiera implica la autorizaci­ón de partidos políticos. Cabe celebrar que a las saudíes se les haya prometido que a partir de junio podrán conducir. Ahora ya saben que podrán ir a tres estadios y quizás también al cine.

El príncipe Bin Salman sigue su campaña contra el rigorismo heredado de los años ochenta

Tras un intermedio de 35 años, las salas de cine saudíes volverán a abrir antes de abril

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FAYEZ NURELDINE / AFP Mujeres saudíes en un festival de cortos celebrado el pasado octubre en Riad. Abajo, el príncipe heredero, Mohamed bin Salman
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