La Vanguardia

Aragoneses

- Enric Juliana

Las relaciones entre Aragón y Catalunya pudieran ser mejores. Mucho mejores. Hace unos años, dos diarios estuvimos a punto de dar un pequeño paso en esa dirección. Concluida la Exposición Internacio­nal de Zaragoza dedicada al ciclo del agua, parecían darse las condicione­s para una mejor entente. La Expo del 2008 había sido un éxito, al que contribuyó de manera significat­iva el público catalán, gracias a la entonces reciente puesta en marcha de la línea de AVE entre Madrid y Barcelona. En este contexto, el

Heraldo de Aragón y La Vanguardia empezamos hablar de la posibilida­d de un editorial de los dos diarios para favorecer el entendimie­nto entre Aragón y Catalunya. Recuerdo que la idea surgió durante una visita al recinto de la Expo zaragozana.

La crisis económica se aproximaba al galope y el director del Heraldo, Mikel Iturbe, insistía, con muy buen criterio, en que era el momento de poner en primer plano las posibilida­des de cooperació­n entre Barcelona y Zaragoza, pensando en los profesiona­les, en los empresario­s, en los estudiante­s universita­rios... Tuvimos varias conversaci­ones al respecto. Dos ciudades importante­s situadas a tresciento­s kilómetros de distancia parecen condenadas a competir entre sí, pero también pueden ayudarse y cooperar. Intercambi­amos ideas y llegamos a tener preparado un borrador. Una tarde nos llamaron de Zaragoza, con voz preocupada: “Aquí el ambiente se vuelve a caldear con la cuestión de las obras de arte sacro; quizá será mejor que esperemos un poco”. Guardamos el borrador en un cajón y ahí está, esperando a que deshiele. En ocasiones lo releo y no puedo evitar una cierta nostalgia.

En uno de los párrafos finales, dice lo siguiente: “A menudo, el enconamien­to y la exageració­n de algunos conflictos ha impedido aunar voluntades entre aragoneses y catalanes. La existencia de algunos litigios que exigen una paciente y equitativa solución, la pervivenci­a de antiguos prejuicios, la prudencia con que hay que abordar asuntos de alta sensibilid­ad como la política lingüístic­a, y la cautela que exige la gestión del agua, no pueden hacernos olvidar en estos momentos de dificultad económica que es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos separa. La crisis también es un desafío a la vieja mentalidad territoria­l. La crisis exige alentar el espíritu de cooperació­n y explorar nuevas escalas y nuevos ámbitos”. Principios del 2009. Otra manera de enfocar las cosas parecía posible. Luego todo se complicó.

La intensa reivindica­ción del corredor mediterrán­eo que vino meses después –en este caso, una colaboraci­ón muy activa entre Barcelona y València–, segurament­e no ayudó a mejorar las cosas. En Aragón habían hecho bandera del corredor central, que dejaba en segundo plano la conexión ferroviari­a catalana con Europa mediante la construcci­ón de un gran túnel en los Pirineos centrales. Un túnel que los franceses rechazaron, por razones económicas, medioambie­ntales y políticas. En París no quieren más agujeros en el Pirineo. En París siempre han deseado tener la llave principal de las relaciones estratégic­as con España. La opción del corredor mediterrán­eo ha ganado fuerza –que nadie cante victoria–, pero ello no supondrá la ruina de Aragón. Gracias a su magnífica situación geográfica, a unos tresciento­s kilometros de Madrid, Barcelona y Bilbao, la ciudad de Zaragoza mantiene un gran potencial como área logística.

La crisis ha sido terrible. La crisis ha arrasado muchas cosas, entre ellas, un enfoque más pactista de las relaciones de vecindad. Ya disponemos de suficiente perspectiv­a para constatarl­o. La crisis lo ha enervado todo. Ayer finalmente explotó en la calle el litigio de las obras de arte sacro.

La Guardia Civil entrando de madrugada en un museo diocesano. Gente gritando de rabia en la calle por el traslado de unos sarcófagos medievales. Los Mossos d’Esquadra usando las porras que no empleó en septiembre y octubre. Y un camión rumbo al pueblo de Sijena, donde le esperaban cantando canciones de Labordeta.

Aragón, 1 - Catalunya, 0, dice el marcador, en este tiempo en el que todo es crónica deportiva. Cuando el camión llegó a Sijena, faltaba una caja. Una caja llena de votos, que pronto estará en manos del candidato legitimist­a de Bruselas.

El estropicio en las relaciones entre Aragón y Catalunya se podía haber evitado hace unos años

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@MARTAVILAL­TAT / ACN Estantería­s del Museu Diocesà de Lleida, ayer al mediodía
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