Reconstrucción

Para iniciar la tarea de reconstruir algo, antes debe haber sido destruido o abandonado. En pocos años, hemos apreciado cómo el espacio de la política catalana ha sido vaciado y sustituido por las emociones. Los pocos puentes de diálogo han sido destruidos esperando que, una vez dinamitados, los habitantes de cada una de las partes del río se conviertan a la causa de quienes lo han destruido. Un intento de adhesión por la fuerza de todos aquellos que tienen serias dudas de que surja nada bueno de la destrucción.

Se hace imprescindible reconstruir el espacio político para evitar el desgaste del triunfo de la no política del Gobierno del Estado español y del exceso de relato del independentismo catalán. Ha habido demasiado silencio en relación con el problema catalán en España y en Catalunya demasiado ruido. La reconstrucción del espacio político implica que todas las fuerzas, tras las elecciones, puedan hablar, puedan acordar nuevas mayorías, alejadas de los prejuicios y los excesos verbales. Un esfuerzo que hoy puede parece imposible, dado que, por una parte, el independentismo plantea una decisión de voto que supone estar a favor de la dignidad del pueblo catalán o en contra de él y sus instituciones. Y, por otra parte, el Gobierno español pretende abortar el proceso independentista, con unas elecciones marcadas por la aplicación del artículo 155 como única propuesta de solución. La política española debería ver en el día después de las elecciones una palanca para cambiar las cosas en favor del entendimiento y dejar atrás la fantástica idea de que en Catalunya no hay tantos independentistas y que sólo hay una España. En Catalunya, el concepto de dignidad que tiene una parte de la clase política que no puede tolerar el ultraje al que se siente sometida por España no debería conducirla a proponer, una vez más, llevar a los catalanes a vivir un nuevo harakiri político.

La reconstrucción del espacio político debe reconocer que el conflicto entre Catalunya y España, planteado desde el independentismo político, sólo puede ser reconducido adaptando una nueva estrategia basada en un amplio acuerdo dentro del Estado de derecho y con el horizonte de un cambio de la Constitución que no sólo debe abordar la cuestión territorial, sino también la desigualdad social que hay que combatir desde todos los frentes.