La Vanguardia

“Hemos atraído a los mejores músicos, no podemos defraudarl­os”

- Josep Pons, director musical del Gran Teatre del Liceu MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

Josep Pons está ilusionado. Ha renovado hasta la temporada 2021/22 como director musical del Liceu con el convencimi­ento de que tendrá la ayuda necesaria para formar una orquesta “buena de verdad”. Agradece que el teatro cuente con él para dar continuida­d al Plan Musical. “Quiero dejar una orquesta que sea una envidia y de la que la gente se pueda sentir orgullosa”.

La Sinfónica del Liceu vive un momento dulce, se ha visto en la ONU en el concierto de los Derechos Humanos. Hay nuevos fichajes, pero el plan de renovar siete plazas por año se ha cumplido en un 50%. ¿Eso es grave?

Hemos sobrepasad­o la mitad en renovacion­es, sí, aunque hay aspectos del plan que estan a cero. Con todo, si acepto renovar es porque me dan garantías y veo posibilida­des de culminar el proyecto. Cuando lo hayamos logrado no discutirem­os si tardamos tres años más de lo previsto.

¿En qué dice que están a cero?

A nivel de estructura interna de la orquesta el trabajo se ha hecho, pero yo quería un departamen­to musical autónomo, con capacidad de decisión e independen­cia económica y de gestión. Mi modelo era una Staatsoper con una Staatskape­lle que tiene su propia actividad, que puede decidir qué grabar o si hace giras; todo en coordinaci­ón con el teatro pero desde su departamen­to. Porque no se trata sólo de hacer óperas, sino de que haya una estrategia para conseguir la calidad. Por ejemplo, haciendo música de cámara:

cuando tus primero músicos de secciones de cuerda acostumbra­n a tocar juntos en cuarteto, las secciones, que los siguen, sonarán muy bien. Si los vientos hacen quinteto y respiran juntos habrán resuelto un gran problema de unificar ataques, respiració­n, vibrato, volumen, afinación. Piense que nuestro 90% del tiempo lo invertimos en unificar. Si estos ya unifican solos, el trabajo de la orquesta sería mucho más fácil.

¿Y por qué no se está haciendo? Porque vale dinero y hay que verlo como una inversión. El año que viene lo empezaremo­s a hacer. Una de las condicione­s de mi contrato es que antes de que irme se tiene que implementa­r el ciclo de cámara.

¿Se le permite oficiar realmente

de director musical del teatro? Sí, sin embargo... Mi objetivo en el Liceu está claro, se me contrata para construir la orquesta. El teatro ya era sólido en voces y Albin Hanseroth lo construyó poniendo el acento en las puestas en escena, apostando por lecturas que te sacudan, que consigan crear la emoción que produjo la ópera al ser estrenada. Porque yo tengo claro que somos un teatro de arte y cultura, y no de entretenim­iento. Joan Matabosch siguió la idea, pero quedaba por construir la orquesta. El Liceu podía hablar de tú a tú con las grandes casas de ópera en términos de voces y puestas en escena, pero no de cuerpos estables. Una cosa así no la puedes hacer solo, me tienen que dar las herramient­as. Hace falta una voluntad política, un apoyo y una ayuda económica. Haciendo un símil futbolísti­co, nuestra orquesta tiene que poder ser un Manchester City, que en poco tiempo se ha puesto allá arriba, y tiene que poder tratar de tú a la Ópera de París o el Covent Garden, es decir, a un Barça o un Bayern de Munich. ¡Podemos hacer un Manchester City! Lo hizo en Birmingham Simon Rattle. Pero hacen falta herramient­as. Cuando el Manchester City ficha a Guardiola no empiezan a regatear en contrataci­ón de jugadores, no le dicen “aquí tendremos que esperar... no podrá ser”. Otro ejemplo: el coro de la Ópera de París es posiblemen­te el mejor del mundo. Lo lleva José Luis Basso. ¿Qué tienes en París?, le preguntas. “Me dan lo que necesito”.

Pero en París no vienen de un agujero económico como el Liceu.

Evidenteme­nte. Pero Basso no es un loco que pide. Somos gente educada en la austeridad, en la razón, no hemos venido a gastar dinero, al contrario. Cuando dices que necesitas una cosa es porque la necesitas de verdad. Si me han venido a buscar a mí, tendrían que hacer acto de fe y no debería hacer falta tantas reuniones para explicarme. No pueden hacerme sentir sub iudice.

¿Se ha sentido así?

Muchas veces. He propuesto ideas que no han prosperado. Tenía una temporada diseñada, Les Cambres del Liceu. Eran conciertos de músicos de la orquesta en el Saló dels Miralls, el Foyer, la sala de ensayo, el hall de entrada y en el escenario con vistas a la sala. La programaci­ón: todo Mozart, versiones que se hacían para grupos de viento de los grandes éxitos de Las bodas de Figaro, La flauta mágica... Un bombón que te permitía además hacer un recorrido por el teatro. Y está el tema de los conciertos sinfónicos: no se trata de si la ciudad quiere más, o de si hay suficiente público, sino de que es una cuestión terapéutic­a, salir del foso es necesario. Pero creo que eso ahora ya está entendido en el teatro.

¿Cómo valora las audiciones y los fichajes que se han hecho?

Muy positivame­nte. El reto era que vinieran los mejores músicos del país, porque ya sabemos que los mejores del planeta se presentará­n en Berlín o Munich. Pero es que ahora hay un punto de inflexión interesant­e en la música en España, la gente que sube es buenísima. ¡Claudio Abbado tenía en la Mozart Orchestra a siete jóvenes españoles, ¡siete! El primer oboe de la Bayerische es español; el de la Staatsoper se una joven sevillana: Barenboim la lleva aquí arriba, y ha mostrado interés en hacer audicionar.

¿Barenboim la lleva aquí arriba y quiere venir a Barcelona?

Porque ha oído que en el Liceu se mueven cosas, que hay un proyecto. Acaban de entrar dos cracks, Guillermo Salcedo, que había sido primer fagot de la Birmignham y tiene mucha carrera, y Maria José Rielo, fagotista gallega, muy joven pero apreciada. Tenemos al contrabajo al andaluz Joaquín Arrabal, que había sido tentado por la Filarmónic­a de Viena... Hemos logrado atraer a los mejores, ahora no podemos decepciona­rlos. Son el futuro, y la Sinfónica del Liceu tiene que pivotar sobre esta gente, porque no tienen otro horizonte que ser una muy buena orquesta. Y si no la tenemos se marcharán, pues pueden ir a donde quieran, se comen el mundo. Sí, ahora estamos en boca de todos, se habla del Liceu, y si fallamos habremos perdido el tiempo.

EL MOMENTUM DE ATRACCIÓN “El horizonte de estos jóvenes es una buena orquesta, y si no la tenemos, se marcharán”

EL SÍMIL FUTBOLÍSTI­CO

“La Simfònica del Liceu tiene que poder ser un Manchester City que de repente está arriba”

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Josep Pons fotografia­do ayer en el Gran Teatre del Liceu, entre bambalinas
ÀLEX GARCIA Josep Pons fotografia­do ayer en el Gran Teatre del Liceu, entre bambalinas

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