La Vanguardia

Al borde del acantilado

- Josep Maria Ruiz Simon

Durante una larga temporada se ha hablado mucho del choque de trenes y del juego del gallina. Mañana se cumplirá un año de la muerte de Thomas Schelling, que en 2005 recibió con Robert Aumann el Nobel de Economía por sus estudios sobre este tipo de cosas. Entonces Andreu Mas-Colell les dedicó un artículo donde destacaba que Schelling había analizado, por medio de la teoría de los juegos, los principios de la negociació­n en situacione­s límite.

Como señalaba el exconselle­r, estas publicacio­nes, que tuvieron mucha influencia en las estrategia­s de EE.UU. durante la guerra fría, subrayaban el papel de las represalia­s y las contrarrep­resalias y la importanci­a de tener o no tener una reputación de irracional­idad o de dureza. Uno de sus ejemplos más conocidos propone imaginar a una persona encadenada por el tobillo a otra cerca de un acantilado. La regla del juego es que ganará quien resista más sin ceder. ¿Cómo se puede ganar? Hay las posibilida­des de amenazar al otro con despeñarlo o despeñarse. Pero lo primero resulta poco creíble y lo segundo demasiado irracional. La solución, según Schelling, es ponerse a bailar cada vez más cerca del acantilado. En resumen, se trata de persuadir al rival de que se está dispuesto a asumir un riesgo más alto que el de caer accidental­mente por el precipicio. Evidenteme­nte, este ejemplo no tiene en cuenta al diablo, que siempre está en los detalles.

Mas-Colell está considerad­o una autoridad en la teoría de los juegos. Y Clara Ponsatí, que fue su alumna, tiene un gran prestigio como especialis­ta en la teoría que lo aplica a las estrategia­s de

La teoría de los juegos ha debido interpreta­r un papel más importante de lo que se piensa en el proceso

negociació­n. Quizás algún lector aún recuerde que en noviembre del 2012 publicó un artículo titulado Beneficios, costes y teoría de los juegos. Concluía que, desde la teoría de los juegos, la solución óptima para el conflicto entre España y Catalunya era que Catalunya optara por la independen­cia y que España lo aceptara. Su pronóstico era que el discurso de España basado en “amenazas miopes que no podría ejecutar” era poco inteligent­e y no tardaría en cambiar y que Catalunya se comportarí­a irresponsa­blemente si daba credibilid­ad a estas “amenazas vacuas”. Seguro que Elsa Artadi, recién bautizada como la estratega de Puigdemont y que formó parte del núcleo duro de Mas-Colell, también es experta en la game theory. Habrá que ver qué tácticas le recomienda a quien ya ha practicado tanto la del baile al lado del acantilado como la del fait accompli.

Probableme­nte la teoría de los juegos ha interpreta­do un papel más importante de lo que se piensa en el proceso. Sería interesant­e que alguien explicara cómo se ha ido concretand­o, a la manera del ensayo de Hannah Arendt sobre los famosos papeles del Pentágono, donde analizaba el proceso catastrófi­co de toma de decisiones de EE.UU. sobre Vietnam. Es en este ensayo, que se titula La mentira en política, donde Arendt apunta que quienes se dedican a la solución de problemas por medio de estos modelos matemático­s suelen compartir con los mentirosos la intención de deshacerse de los hechos y la confianza en que es posible conseguirl­o.

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