La Vanguardia

La UE rebaja las ambiciones de la reforma de la zona euro

Tusk plantea a los líderes europeos centrarse en objetivos alcanzable­s

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Sin la presión de la prima de riesgo, que en su día forzó a los gobiernos europeos a tomar medidas drásticas para salvar el euro y sin Gobierno en Berlín ni apetito de cambios alguno, el mínimo común denominado­r sobre las reformas necesarias para reforzar la unión económica y monetaria es cada vez más bajo. “Aunque hay consenso sobre el objetivo global (completar el euro), los estados miembros difieren en su evaluación de lo que es necesario hacer y la urgencia que otorgan a esta tarea. En ausencia de la presión de los mercados, la voluntad política se ha debilitado”, constata el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la nota remitida ayer a las capitales europeas de cara a la cumbre del euro de este viernes en Bruselas, cita que propone abordar con realismo, centrándos­e sólo en las iniciativa­s que más consenso han suscitado.

Los tres meses de debates mantenidos en el Eurogrupo han puesto de manifiesto que sólo hay consenso para tres medidas concretas, las menos ambiciosas de cuantas se han puesto sobre la mesa en los últimos meses. En primer lugar, cambiar el nombre del fondo de rescate europeo, que pasaría de ser el Mecanismo Europeo de Estabiliza­ción a llamarse Fondo Monetario Europeo, pero sin darle funciones ni medios equiparabl­es al organismo internacio­nal con sede en Washington. Las otras dos medidas en las que hay consenso en que hay que avanzar permitiría­n completar la unión bancaria: la adopción de una auténtica garantía paneuropea de depósitos bancarios y el refuerzo del fondo europeo de resolución bancaria.

No hay, sin embargo, visos de acuerdo sobre las iniciativa­s más ambiciosas, ha advertido por carta el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselblo­em, a Tusk. Ni hay consenso para crear presupuest­o específico para la zona euro que actúe como amortiguad­or en tiempos de recesión como plantea París, ni para dotar de auténticos medios al futuro Fondo Monetario Internacio­nal o nombrar un ministro europeo de Economía y Finanzas que presida el Eurogrupo y que sea capaz de supervisar este y otros instrument­os anticrisis como pide Bruselas, ni tampoco para simplifica­r las normas fiscales de la eurozona y establecer una relación directa entre la adopción de reformas y la recepción de ayudas, como querría Berlín.

Tusk ha propuesto a los líderes europeos avanzar en los tres temas en que “hay mayor grado de convergenc­ia” con vistas a llegar a un primer acuerdo político en la cumbre europea de junio. La falta de Gobierno en Alemania hará difícil ir más allá de lo planteado por el presidente del Consejo, aunque hay esperanzas de que el pacto con los socialdemó­cratas permita ir algo más lejos más adelante. El Elíseo llegó a sugerir al presidente del Consejo que aplazara la cumbre, para evitar un debate en abierto anticlímax con los planes lanzados por Emmanuel Macron, que aún no tiene con quién debatir.

La nota de Tusk ni siquiera menciona las propuestas presentada­s la semana pasada por la Comisión Europea en un intento desesperad­o de elevar la ambición y de hacerse con las riendas del Mecanismo Europeo de Estabiliza­ción, actualment­e controlado por los gobiernos. Bruselas presenta estos cambios como “sinergias” lógicas pero la desconfian­za hacia el ejecutivo comunitari­o, al que los países del norte culpan de no haber detectado la situación de las cuentas públicas y las estadístic­as en algunos países, sigue pesando fuertement­e en los debates.

No hay acuerdo para crear un presupuest­o anticrisis para la zona euro ni para dar más poder a Bruselas

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GEERT VANDEN WIJNGAERT / AP Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo

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