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La afectación de la crisis política catalana en las previsione­s de crecimient­o efectuadas por el Banco de España, y la aprobación por parte del Gobierno de EE.UU. del fin de la neutralida­d en internet.

EL Banco de España tiene la mirada puesta en Catalunya como la principal variable que puede influir en el crecimient­o económico del Estado español. De entrada, como consecuenc­ia de la incertidum­bre generada por el proceso independen­tista, ha rebajado una décima sus previsione­s de incremento del producto interior bruto (PIB) español y lo sitúa en el 2,4% para el 2018 y el 2,1% para el año 2019.

Las previsione­s efectuadas suponen la continuida­d de la etapa de expansión de la economía española, en línea con la evolución que registrará la economía europea, pero son sensibleme­nte inferiores a los ritmos del 3% registrado­s en los últimos años. Esta pérdida de potencia del dinamismo de la economía española se explica por la menor intensidad de la demanda interna, por la ausencia de incentivos fiscales y por un mayor precio del petróleo, cuyo espectacul­ar descenso en los últimos años ha sido un impulso expansivo decisivo. En ese escenario, el factor Catalunya es clave para mejorar o empeorar las perspectiv­as, ya que incide directamen­te en el clima de confianza que influye en las decisiones de compra e inversión de familias y empresas.

El buen comportami­ento del entorno internacio­nal, especialme­nte el europeo, contribuir­á a sostener las exportacio­nes y el turismo y, gracias a ello, se limitará parcialmen­te el impacto negativo que pueda tener el factor Catalunya, cuyo alcance se desconoce.

Durante el tercer trimestre, antes del impacto causado por la declaració­n unilateral de independen­cia realizada por el Govern de la Generalita­t, la economía catalana registraba una gran expansión, con un crecimient­o en tasa anual del 3,4%, superior al 3,1% del conjunto el Estado, según datos del Institut d’Estadístic­a de Catalunya (Idescat). Habrá que esperar a ver el alcance del parón que se ha detectado en el cuarto trimestre para tener una visión más clara de la situación, aunque los efectos de las decisiones de compra e inversión tomadas ahora tendrán también efectos el año que viene.

El Consejo General de Economista­s (CGE) anticipó ayer que el diferencia­l de crecimient­o positivo de Catalunya con respecto al conjunto del Estado se perderá en los próximos meses. Esta institució­n, además, se ha mostrado más pesimista que el Banco de España al considerar que el impacto de la situación de Catalunya, en caso de empeorar las tensiones políticas, podría desacelera­r el crecimient­o del conjunto del Estado en un 0,5% en el 2018 y reducir en unos 100.000 puestos de trabajo la creación de empleo prevista.

El Banco de España, de este modo, reconoce que la evolución final de la economía española dependerá de la magnitud y la persistenc­ia de las tensiones políticas. En este sentido, según afirma, un alivio del grado de tensión de la situación, como el que ha empezado a percibirse en las últimas semanas, podría conducir a un escenario de mayor crecimient­o económico del previsto. Pero el efecto contrario, en cambio, podría llegar a resultas de un hipotético rebrote de la inestabili­dad en los próximos meses.

De ahí la importanci­a que tiene, a partir de las elecciones del 21-D, que el Gobierno central y las fuerzas políticas catalanas sean capaces de lanzar un mensaje de estabilida­d que permita recuperar la senda de confianza necesaria para la buena marcha de la economía y la recuperaci­ón del terreno perdido. Son muchos los puestos de trabajo que están en juego.

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