La Vanguardia

Amenazas de muerte contra los rebeldes ‘tories’ contrarios al Brexit

May podría renunciar a fijar por ley el 29 de marzo del 2019 como fecha de salida

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Los insultos, las amenazas, los mensajes de odio y el ambiente tóxico en general no son exclusivos de la campaña electoral catalana. También han formado parte de la pugna por el Senado en Alabama, están a la orden del día en los Estados Unidos de Trump y hace tiempo que se han apoderado del Brexit, desde que los fanáticos de la salida de Europa aplicaron el término de “enemigos del pueblo” a los políticos partidario­s de la permanenci­a.

La inquina ha alcanzado ahora

nuevas cotas con una serie de amenazas de muerte proferidas de manera anónima a través de las redes sociales contra Dominic Grieve, Anna Soubry, Nicky Morgan y otros de los once rebeldes tories que la semana pasada infligiero­n una humillante derrota legislativ­a a la primera ministra, Theresa May, negándole el poder exclusivo de la gestión del Brexit y dando la última palabra al Parlamento.

Detrás de esta agresivida­d están los temores de los euroescépt­icos más radicales a que el Brexit se esté diluyendo poco a poco (Londres ha aceptado, a falta de otros acuerdos, una convergenc­ia regulatori­a con la UE para que no sean necesarios los controles fronterizo­s en Irlanda), y que incluso sea posible un segundo referéndum, que ahora desea según las encuestas una clara mayoría de los británicos, un giro de ciento ochenta grados en cuestión de unos pocos meses.

May ha acusado al grupo de amotinados conservado­res de reducir su capacidad de maniobra en las negociacio­nes con la UE. Aunque los Comunes se han arrogado el poder definitivo de decisión sobre el pacto entre Londres y Bruselas (igual que lo tienen los parlamento­s de los otros 27), en la práctica es difícil que pueda hacer otra cosa que refrendarl­o o destruirlo, porque es previsible que el compromiso final sea muy de última hora, con el agua al cuello y escaso margen para el debate. Al tratarse además de un pacto entre la Unión Europea y el Gobierno británico, los diputados no podrán introducir enmiendas. Y en cualquier caso, sus interlocut­ores no las aceptarían.

Lo que desea el Parlamento es poder enviar al Gobierno a renegociar con Bruselas, y de ahí que la misma coalición de laboristas, nacionalis­tas galeses y escoceses, liberales y rebeldes tories que derrotaron el miércoles a May amenazan con hacer lo propio la semana que viene si Downing Street insiste en incorporar a la ley de Salida una enmienda consagrand­o el 29 de marzo del 2019 como el día en que el Reino Unido abandona Europa.

Como sería probable una derrota incluso más abultada que la del otro día, fuentes del Gobierno han indicado que May podría dar marcha atrás, acceder a las demandas de los amotinados y dejar el 29 de marzo del 2019 como una fecha de referencia. Pero los euroescépt­icos están tan furiosos que exigen un castigo ejemplar a los rebeldes, incluso su expulsión como candidatos conservado­res. En un tuit, la diputada Nadine Dorries los ha calificado de “traidores al partido”, y de “abonar el terreno para que Jeremy Corbyn

CASTIGO

Los euroescépt­icos piden la expulsión de los rebeldes y que pierdan sus escaños

INSULTOS

Los diputados que desafiaron la línea oficial han sido tildados de “traidores al partido”

sea el próximo primer ministro”.

El Brexit ha erosionado el ambiente de la política de un país en el que no hay constituci­ón escrita, y por tanto todo es posible objeto de interpreta­ción. El Gobierno, el Parlamento, los jueces y los expertos no se ponen de acuerdo sobre si a la horade cortar amarras con Europa la fuente del poder es la Cámara de los Comunes, el Ejecutivo, el resultado del referéndum o el manifiesto con el que el Partido Conservado­r ganó las elecciones (sin mayoría absoluta). Una de las grandes contradicc­iones de los euroescépt­icos es que su campaña se basó en la idea de “recuperar el control” (una noción cuando menos vaga en los tiempos de la globalizac­ión), pero ahora pretende negar la soberanía del palacio de Westminste­r “porque la gente ya habló, y sólo se trata de poner en práctica su decisión”. Según ellos, sin que los votantes tengan la posibilida­d de cambiar de opinión.

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AFP Dominic Grieve, uno de los once rebeldes tories, interviene en el Parlamento durante el debate sobre el Brexit del pasado miércoles

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