La Vanguardia

La neutralida­d en la red

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LA red es el símbolo de la globalizac­ión y de la hegemonía mundial de Estados Unidos, basada en la innovación y la capacidad de traer el futuro a la vida cotidiana de la mayoría de los siete mil millones de habitantes del planeta. Esta premisa explica la importanci­a de una decisión interna pero trascenden­tal para el futuro de las redes: la Comisión Federal de Comunicaci­ones de EE.UU. (FCC, en sus siglas en inglés) ha eliminado la regulación que obligaba a las empresas proveedora­s de internet a garantizar su neutralida­d, lo que les permitirá de ahora en adelante aprobar restriccio­nes que pueden calificars­e de arbitraria­s, en función del usuario y el contenido. Dicha regulación, impulsada por el presidente Obama, había sido aprobada en el 2015.

Lo reñido de la votación –tres votos contra dos– ilustra la encendida polarizaci­ón que suscita la medida, entendida por sus detractore­s como un grave ataque a la “microgesti­ón” y el espíritu abierto de la red o simplement­e como “un ligero retoque”. “No se va a matar la democracia. No se va a reprimir la libertad de expresión online ”, según el presidente de la FCC, Ajit Pai.

La neutralida­d de la red es un asunto complejo que abarca dimensione­s económicas (como el riesgo de actitudes monopolíst­icas), tecnológic­as y de censura y libertad de expresión. El trasfondo de todas ellas está en la respuesta que cada actor dé a la pregunta del millón: ¿es internet un servicio público? A juicio de varios pioneros de la red, contrarios a la medida, los reguladore­s de la FCC “no entienden cómo funciona internet. La neutralida­d es clave para prevenir que los proveedore­s de acceso bloqueen el contenido, las webs o las aplicacion­es que puedan hacer más lentos o más rápidos los servicios”.

Las divisiones empresaria­les son también grandes y amenazan con prolongars­e en el terreno judicial, tan caracterís­tico de la litigante sociedad estadounid­ense. La reforma cuenta con el respaldo de compañías proveedora­s como AT&T, Comcast y Verizon, entre otras, y la oposición de Facebook y Netflix, cuyos directivos han vaticinado una batalla legal. En el plano político, los analistas destacan que el segmento juvenil –el más contrario al fin de la neutralida­d– se opone decididame­nte a posibles cambios, lo que podría revitaliza­r a los demócratas en sus pugnas con el presidente Trump. Europa tiene sus propias reglas de juego, más favorables a los internauta­s aunque con un margen de discrecion­alidad notable para los proveedore­s, los grandes beneficiar­ios de las oportunida­des que brinda un internet sin neutralida­d.

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