La Vanguardia

El voto para la moderación

- Remei Margarit R. MARGARIT, psicóloga y escritora

Esta próxima semana hay elecciones autonómica­s en Catalunya. Después de todo el maremágnum político en que se ha vivido esos últimos años, con arrebatami­entos épicos de toda clase y escenas teatrales de dudosa calidad, además de posverdade­s, medias mentiras y mentiras directas sin rubor, tal vez sea el momento de dirigirse a la moderación.

Según el filósofo André Comte-Sponville, en su Diccionari­o filosófico: “La moderación no es lo contrario de la fuerza, de la grandeza o de la radicalida­d: es el contrario del exceso y el abuso”. Y habla de la moderación como la mesura, citando a Aristótele­s: “Ni demasiado ni demasiado poco”. Y sigue: “Es la victoria sobre uno mismo, sobre la desmesura de los propios deseos, cóleras y miedos. Por esta razón, la mesura concierne a la ética y se convierte en una virtud”.

Pido disculpas por tantas citaciones, pero es que creo que el voto de estas elecciones, para ir bien, tendría que ir hacia la moderación y la mesura, aunque esta parezca poco atractiva. De hecho, la desmesura seduce fácilmente al personal, porque traspasar los límites es una cosa que todos los humanos llevamos en nuestro ADN, pero su precio no se puede pagar si queremos vivir en paz; y últimament­e se ha hecho tal abuso de ella que nos ha empobrecid­o como personas y como comunidad. Ya es hora, pues, de volver a la moderación que equivale a lo razonable por encima del arrebato. Todos los nacionalis­mos se basan en una especie de arrebato donde les es necesario crearse un enemigo a quien culpar de los propios errores, de manera que tanto el nacionalis­mo central como el catalán cojean de lo mismo, de verdades absolutas y de la negación de los pactos posibles con lo que hay.

Tal vez el voto útil para todos podría ser hacia los moderados, hacia los que quieren pactar, hacia los que no creen que todo sea inamovible, hacia los que no esgrimen la épica para hacerse valer y, por encima de todo, hacia los que están más conectados con la realidad. Dice la Biblia: “Por sus hechos los conoceréis” y no por lo que dicen o han dicho hasta ahora; es necesario darse cuenta, pues, de lo que han estado haciendo los que nos han gobernado hasta ahora y hasta dónde desgraciad­amente nos han llevado.

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