El poder en internet cambia de manos
Así funcionará la red si deja de ser neutral como quiere Trump
La Administración Trump, mediante la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), eliminó el jueves el principio que algunos conocen como “la primera enmienda de internet”, más popularmente conocido por neutralidad de la red. Una decisión que, en palabras de la española Asociación de Internautas, “da rienda suelta a las operadoras telefónicas y de cable estadounidenses para monetizar y controlar lo que verán y harán los internautas americanos, en función de sus intereses corporativos y comerciales”. Los internautas españoles consideran que el veredicto –por tres votos a dos de ayer de la FCC– “está fuera de sintonía con las tendencias de la comunidad internacional. Desde Europa hasta India se han asegurado protecciones fuertes, centradas en las personas”.
La cuestión de la neutralidad de la red es compleja pues es un paraguas bajo el que se cobijan aspectos muy distintos, y que van desde los puramente tecnológicos a los económicos, y también los relativos a la censura y la libertad de expresión, temas estos muy delicados en la comunidad internauta. Pero, por encima de todas estas cuestiones, subyace la gran pregunta –la clave de todo– de si internet se puede considerar o no un servicio público.
Eso fue lo que decidió la FCC en 2015 bajo la administración Obama –cuando se pusieron en marcha las regulaciones que la FCC eliminó el jueves–, y esta estableció que, efectivamente, el acceso a internet era un servicio público, y por tanto era pertinente que fuera regulado de “forma preventiva”, para evitar que los grandes proveedores de internet (ISP) pudieran manipular el tráfico con intenciones económicas o censurar contenidos según su conveniencia o la de sus clientes, a saber: Facebook, Google... Obviamente los ISP –los grandes beneficiados por la decisión de la FCC– no se quedaron contentos ni quietos, y presentaron un recurso ante un tribunal federal, que estableció en su sentencia que internet es un servicio público y que, como tal, este debe estar sujeto a regulación.
Si tomamos como ejemplo el suministro de agua, sería impensable que se permitiera que alguien pudiera pagar más a la compañía suministradora para recibir agua de mayor calidad, o que el propietario de un pozo pagara un canon a la suministradora para que primara el agua de su pozo –sin importar el motivo– por encima del agua del pozo del vecino y competidor, a la hora de suministrar agua a sus usuarios.
Esto es precisamente lo que trata de preservar el principio de neutralidad de la red. Que tanto los contenidos de una gran corporación como el whatsap que le mandamos a un amigo sean tratados por igual, y que ningún ISP pueda ofrecer a los internautas canales rápidos de pago para tener acceso a determinados contenidos o hacerlo más rápido. Por el contrario, los ISP creen que, después de haber hecho grandes inversiones en el despliegue de redes de cable y para hacer llegar internet a todo el país, tienen todo el derecho a monetizar dichas inversiones, con la excusa de que esto favorece la innovación, el crecimiento económico y el empleo.
Lo que puede pasar a partir de ahora es incierto. Según los defensores de la neutralidad de la red –entre los que se encuentran los padres fundadores de internet–, lo que viene no es sólo una internet de dos velocidades, sino el fin de internet tal y como la conocemos.
Según la comisionada demócrata Jessica Rosenworcel, con su decisión “la FCC otorga el poder de manipular su tráfico online a los ISP”. La otra comisionada que votó en contra de la decisión de la FCC, la también demócrata Mignon Clyburn, aseguró que la FCC “ha convertido a los ISP en los árbitros de lo que es aceptable online” y les ha dado el poder de elevar los precios y crear una internet para pobres y otra para ricos.
Por su parte, los favorables a dar carta blanca a los ISP defiende que internet es “un servicio de información” y que como tal, la legislación que la propia FCC había aprobado en el 2015 “fue un error, porque no había nada que regular”, dijo Ajit Pai, presidente de la FCC. Además, Pai añadió que no se podía comparar internet con “una tubería de agua, porque internet lleva a innovaciones mucho mayores” y que precisamente la neutralidad de la
LOS GANADORES
Los proveedores podrán bloquear y ralentizar contenidos y crear canales rápidos
LOS PERDEDORES
Los usuarios y los creadores que no puedan competir con las grandes empresas
red pone límites a esta innovación, pone en peligro el crecimiento económico de las empresas tecnológicas, “incluso el de las más pequeñas, que, por culpa de una excesiva regulación, tienen problemas para encontrar la financiación que les permita expandir sus servicios”. Al contrario, los defensores de una internet sin discriminación ponen como ejemplo el de una start-up que no pueda hacer frente a los costes que impongan los grandes operadores y que estará en desventaja frente a las grandes empresas.
Los defensores de una internet autorregulada tampoco creen que los ISP tengan muchas ganas de enfrentarse a “una pesadilla de relaciones públicas por ralentizar o bloquear contenidos”–tal y como dijo el comisionado Michael O’Rielly– y que el hecho de que lo puedan hacer no quiere decir que lo hagan. Por su parte,los activistas denuncian que la decisión se haya tomado al margen de los intereses de los consumidores e incluso hablan sin ambages de un “proceso corrupto”.