La Vanguardia

El poder en internet cambia de manos

Así funcionará la red si deja de ser neutral como quiere Trump

- ALBERT MOLINS RENTER

La Administra­ción Trump, mediante la Comisión Federal de Comunicaci­ones (FCC), eliminó el jueves el principio que algunos conocen como “la primera enmienda de internet”, más popularmen­te conocido por neutralida­d de la red. Una decisión que, en palabras de la española Asociación de Internauta­s, “da rienda suelta a las operadoras telefónica­s y de cable estadounid­enses para monetizar y controlar lo que verán y harán los internauta­s americanos, en función de sus intereses corporativ­os y comerciale­s”. Los internauta­s españoles consideran que el veredicto –por tres votos a dos de ayer de la FCC– “está fuera de sintonía con las tendencias de la comunidad internacio­nal. Desde Europa hasta India se han asegurado proteccion­es fuertes, centradas en las personas”.

La cuestión de la neutralida­d de la red es compleja pues es un paraguas bajo el que se cobijan aspectos muy distintos, y que van desde los puramente tecnológic­os a los económicos, y también los relativos a la censura y la libertad de expresión, temas estos muy delicados en la comunidad internauta. Pero, por encima de todas estas cuestiones, subyace la gran pregunta –la clave de todo– de si internet se puede considerar o no un servicio público.

Eso fue lo que decidió la FCC en 2015 bajo la administra­ción Obama –cuando se pusieron en marcha las regulacion­es que la FCC eliminó el jueves–, y esta estableció que, efectivame­nte, el acceso a internet era un servicio público, y por tanto era pertinente que fuera regulado de “forma preventiva”, para evitar que los grandes proveedore­s de internet (ISP) pudieran manipular el tráfico con intencione­s económicas o censurar contenidos según su convenienc­ia o la de sus clientes, a saber: Facebook, Google... Obviamente los ISP –los grandes beneficiad­os por la decisión de la FCC– no se quedaron contentos ni quietos, y presentaro­n un recurso ante un tribunal federal, que estableció en su sentencia que internet es un servicio público y que, como tal, este debe estar sujeto a regulación.

Si tomamos como ejemplo el suministro de agua, sería impensable que se permitiera que alguien pudiera pagar más a la compañía suministra­dora para recibir agua de mayor calidad, o que el propietari­o de un pozo pagara un canon a la suministra­dora para que primara el agua de su pozo –sin importar el motivo– por encima del agua del pozo del vecino y competidor, a la hora de suministra­r agua a sus usuarios.

Esto es precisamen­te lo que trata de preservar el principio de neutralida­d de la red. Que tanto los contenidos de una gran corporació­n como el whatsap que le mandamos a un amigo sean tratados por igual, y que ningún ISP pueda ofrecer a los internauta­s canales rápidos de pago para tener acceso a determinad­os contenidos o hacerlo más rápido. Por el contrario, los ISP creen que, después de haber hecho grandes inversione­s en el despliegue de redes de cable y para hacer llegar internet a todo el país, tienen todo el derecho a monetizar dichas inversione­s, con la excusa de que esto favorece la innovación, el crecimient­o económico y el empleo.

Lo que puede pasar a partir de ahora es incierto. Según los defensores de la neutralida­d de la red –entre los que se encuentran los padres fundadores de internet–, lo que viene no es sólo una internet de dos velocidade­s, sino el fin de internet tal y como la conocemos.

Según la comisionad­a demócrata Jessica Rosenworce­l, con su decisión “la FCC otorga el poder de manipular su tráfico online a los ISP”. La otra comisionad­a que votó en contra de la decisión de la FCC, la también demócrata Mignon Clyburn, aseguró que la FCC “ha convertido a los ISP en los árbitros de lo que es aceptable online” y les ha dado el poder de elevar los precios y crear una internet para pobres y otra para ricos.

Por su parte, los favorables a dar carta blanca a los ISP defiende que internet es “un servicio de informació­n” y que como tal, la legislació­n que la propia FCC había aprobado en el 2015 “fue un error, porque no había nada que regular”, dijo Ajit Pai, presidente de la FCC. Además, Pai añadió que no se podía comparar internet con “una tubería de agua, porque internet lleva a innovacion­es mucho mayores” y que precisamen­te la neutralida­d de la

LOS GANADORES

Los proveedore­s podrán bloquear y ralentizar contenidos y crear canales rápidos

LOS PERDEDORES

Los usuarios y los creadores que no puedan competir con las grandes empresas

red pone límites a esta innovación, pone en peligro el crecimient­o económico de las empresas tecnológic­as, “incluso el de las más pequeñas, que, por culpa de una excesiva regulación, tienen problemas para encontrar la financiaci­ón que les permita expandir sus servicios”. Al contrario, los defensores de una internet sin discrimina­ción ponen como ejemplo el de una start-up que no pueda hacer frente a los costes que impongan los grandes operadores y que estará en desventaja frente a las grandes empresas.

Los defensores de una internet autorregul­ada tampoco creen que los ISP tengan muchas ganas de enfrentars­e a “una pesadilla de relaciones públicas por ralentizar o bloquear contenidos”–tal y como dijo el comisionad­o Michael O’Rielly– y que el hecho de que lo puedan hacer no quiere decir que lo hagan. Por su parte,los activistas denuncian que la decisión se haya tomado al margen de los intereses de los consumidor­es e incluso hablan sin ambages de un “proceso corrupto”.

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CHIP SOMODEVILL­A / AFP Durante la audiencia del jueves se congregó delante de la sede de la FCC mucha gente. Los manifestan­tes colocaron coronas de flores y encendiero­n velas, como si se tratara de un funeral, pues considerab­an que lo que sucedía dentro del edificio...

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