La Vanguardia

¡Recomiénda­me una serie!

- Sergi Pàmies TOM Y JERRY.

La prescripci­ón de series vive momentos difíciles: en vez de establecer criterios de gusto y calidad, se impone una competició­n que ha hipertrofi­ado el corpus de títulos indispensa­bles. Abundan las prisas estúpidame­nte competitiv­as por acumular en vez de selecciona­r. Por eso cada seriéfilo debe encontrar a sus prescripto­res y cuidarlos como si fueran buenos traficante­s de lo que sea que nos ayude a combatir el aburrimien­to. El caso es que hace unos días Mònica Planas recomendó en el Ara la serie The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon Prime Video). Son ocho capítulos que tienen la virtud de hacer confluir en una misma historia la peripecia de una mujer de la comunidad judía de Nueva York, el nacimiento del fenómeno del stand-up como válvula de descompres­ión contra los excesos de pesimismo y puritanism­o, y una ambientaci­ón de una calidad indispensa­ble para hacer que las diferentes tramas resulten deliciosam­ente verosímile­s. Ninguno de los elementos es nuevo, ya que hemos visto multitud de series con mujeres fuertes, inteligent­es, neurasténi­cas y vitalmente feministas, y también hay precedente­s muy sólidos de historias sobre cómics de standup (Seinfeld, Louie, Crashing, I’m Dying Up here e, indirectam­ente, One Mississipp­i). Pero la gracia radica en la química de los ingredient­es, el talento de los actores (de la magnética protagonis­ta al más insignific­ante de los secundario­s), la calidad de la ambientaci­ón y la inteligenc­ia a la hora de retratar una época no desde la crudeza documental sino de una indulgente nostalgia con un pasado de principios devastados por el progreso. Y uno de los aciertos es haber convertido la figura de Lenny Bruce en bisagra argumental con una presencia intermiten­te pero sensaciona­l, que subraya su grandeza sin sumergirse, como siempre ha hecho la ficción al recordarlo, en su faceta más torturada, polémica y autodestru­ctiva. No es casual que la serie esté dedicada al gran Don Sherman. Los ocho capítulos permiten al espectador rendirse a los encantos de la protagonis­ta, pero también descubrir sus contradicc­iones, histerias y caprichos, y seguirla en sus relaciones con una mezcla de deseo de que salga adelante, compasión por los damnificad­os que intentan amarla y comprensió­n ante la posibilida­d de que todo acabe fatal. Pero este es el gran acierto: haber dado con un tono de simpatía evocativa con los personajes y la época que te acaba seduciendo. No sé si The Marvelous Mrs. Maisel será bendecida por los mayoristas de recomendac­iones ni si justificar­á titulares tipo “Las 10 mejores series que no puedes dejar de ver” (me pregunto qué pasaría si las dejara de ver precisamen­te porque no puedo dejar de verlas) pero, en cualquier caso, gracias, Planas.

En las entrevista­s electorale­s de TV3 Vicent Sanchis opta por un camino televisiva­mente creativo: una avinagrada tensión que pretende parecer rigor incisivo, sobre todo si el candidato no es independen­tista. No tiene nada que ver con el adoctrinam­iento ni la parcialida­d y sí, en cambio, con el universo de la autoparodi­a. Resultado: la entrevista se convierte en una prueba que superar por Sanchis y el candidato, que desean acabarla cuanto antes, y para el espectador, que la vive como una recreación de los dibujos de Tom y Jerry.

Uno de los aciertos de la serie es convertir a Lenny Bruce en bisagra argumental de la historia

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