El fenómeno Vicens
Mucho antes de que iluminaran las calles, disparasen anuncios almibarados y nos vayamos planteando que va siendo hora de ponerse las pilas con las compras navideñas, ya nos habíamos topado con montañas de turrones Vicens. Los dueños de esta empresa son un caso único: no sólo acaparan mesas y estanterías en los lugares más vistosos de los supermercados sino que han llenado de tiendas Catalunya (hasta en la mismísima Pedrera o frente a Sagrada Familia); han abierto en Madrid (tras el éxito en calle Mayor han inaugurado también en Arenal); en Palma, Irun, Toulouse, París, Abu Dabi, Dubái...
Su mayor mérito es haber superado la estacionalidad de un producto que era impensable consumir fuera de estas fechas. Sin abandonar las variedades clásica han logrado vender turrones de gin-tonic, mojito o cheesecake con las recetas de Albert Adrià (en la colección de este año, de chocolate con churros –buenísimo–, chocolate negro con miel y limón, cavernet souvignon con especies, de pipas de calabaza o de tarta tatin.
El visionario Ángel Velasco, a cuya tienda-museo de Agramunt peregrina la gente en autocares, compró hace cuatro años la marca de chocolate Jolonch (la más antigua de Europa) y ha adquirido también un par de firmas turroneras especializadas en producto ecológico y sin azúcar. Su última ocurrencia, apostar por el cultivo de las almendras (consumen 1.500 toneladas cada caño). El exconseller Josep Maria Pelegrí es el gerente de Ametlles Vicens, desde donde no sólo están animando a los agricultores a apostar por este cultivo sino que ellos mismos han plantado ya 25 hectáreas (vendrán 500 más) de una variedad, la belona, que florece 25 días más tarde que la marcona y que, por tanto, se libra de las heladas. Un fenómeno.