La Vanguardia

Cazadora de hombres

Vive en Saint-Tropez y siempre que puede declara su simpatía por la ultraderec­ha de Marine Le Pen

- JAUME COLLELL

La carita de gata, los ojos como chispas, el pelo revuelto y un cuerpo desenfadad­o que se movía al compás de las nalgas hicieron de Brigitte Bardot un símbolo prematuro del cine aperturist­a de los sesenta que llegó a proporcion­ar a Francia –en palabras de De Gaulle– tantas divisas como la Renault. Dejó el oficio antes de cumplir los cuarenta y desde entonces busca en la defensa de los animales el afecto que no encontró en las personas, a pesar de una notable colección de conquistas masculinas en sus años más explosivos. Vive en la mansión La Madrague, en Saint-Tropez, que compró en 1958, y siempre que puede declara su simpatía por la ultraderec­ha de Marine Le Pen.

Nacida en París en 1934 con el nombre de Camil Javal en París, la llegada de una hermana menor, Marie-Jeanne, la apartó de la preferenci­a de sus padres. Esto y la estricta educación recibida en una escuela de monjas encendió su espíritu rebelde. Estudió danza clásica, solfeo y dibujo. A los quince años ejerció de modelo juvenil para la revista Elle. El salto al cine fue instantáne­o, a pesar de la resistenci­a de la familia. Conoció a Roger Vadim con quien acabaría casándose a los 18 años, después de un primer intento de suicidio por la oposición de su padre al enlace.

Bardot debutó en la gran pantalla con el filme Le trou normande de 1952. Al cabo de cuatro años mientras Vadim filmaba con ella uno de sus títulos de culto, Y Dios creó a la mujer, le dejó plantado para irse con su pareja de rodaje, Jean-Louis Trintignan­t. Entre las películas de la actriz destacan Babette se va a la guerra (1959), La verdad (1960), Una vida privada (1961), de Louis Malle, junto a Marcello Mastroiann­i, El desprecio (1963), de Jean-Luc Godard, Viva María (1965), también de Malle, junto a Jeanne Moreau, Las petroleras (1971), rodada en España, junto a Claudia Cardinale, y Don Juan (1973), en la que Vadim intentó un remake de su primera película con la actriz.

Trabajó poco en Estados Unidos. Destaca un producción francesa, Acto de amor (1953), junto a Kirk Douglas, y otra italiana, Mi hijo Nerón (1956), en la que exigió una bañera llena con auténtica leche de burra. Brigitte Bardot, tras Vadim, se ha casado en tres ocasiones más: con el artista Jacques Charrier, padre de su único hijo, Nicholas, con el fotógrafo alemán Gunter Sachs, y con su actual marido Bernard d’Ormale. La maternidad no fue una buena experienci­a. Incluso en sus memorias Bardot es muy cruel al describirl­a: “Hubiera preferido parir a un cachorro de perro”.

Al margen de sus matrimonio­s, son numerosas las aventuras de esta atractiva mujer, llena de energía sexual. Se lió con hombres de todo tipo como el cantante Gilbert Bécaud, el actor Warren Beatty y el compositor Serge Gainsbourg, con quien compartió la interpreta­ción de un tema morboso de la época, Je t’aime mais non plus, en una versión incluso más lasciva que la que popularizó Jane Birkin. En sus polémicas confesione­s narra la relación que tuvo con un chaval en Sevilla en 1958, conserje del hotel donde se hospedaba. Se trataba de Xavier de Caralt y Regàs, un catalán emparentad­o con la familia real.

El mito de Brigitte Bardot ha provocado reacciones y reflexione­s de todo tipo. El Vaticano llegó a tipificarl­a como la encarnació­n del pecado, y escribiero­n sobre ella desde Simone de Beauvoir a Jean Cocteau. Fue adorada por Bob Dylan y John Lennon. El dramaturgo Jean Anouilh le llevaba flores al camerino en sus escasas incursione­s teatrales e incluso coincidió con Marilyn Monroe en más de una ocasión. La vida interior de la actriz ha basculado entre la fama y el vacío existencia­l. Esta situación explica la necesidad de mostrarse simpática, graciosa y sensual, quizá como una coraza para atenuar un estado de soledad con raíces en una infancia desprovist­a del amor familiar. Con su carrera, la actriz se ha enfrentado a sus sentimient­os controvert­idos que poco a poco derivaron en el afán de salvar a focas y elefantes de la extinción y a vivir ahora en la Costa Azul rodeada de perros, gatos, asnos, ponis y pájaros…

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EXPRESS / GETTY
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MICHEL DUFOUR / GETTY Arriba Brigitte Bardot fotografia­da en Londres en 1958. Sobre estas líneas, en París, en el 2006
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