El genio de la geometría
Moscú acoge la primera retrospectiva en décadas del creador del suprematismo
Hacía décadas que en Moscú no se reunía una exposición completa de Malévich, uno de los genios de la vanguardia rusa de principios del siglo XX, creador del suprematismo.
Hacía décadas que en Moscú no se reunía “una exposición completa” de Kazimir Malévich, uno de los genios de la vanguardia rusa de principios del siglo XX, creador del suprematismo. Un paseo entre las obras procedentes de museos regionales y colecciones privadas demuestra que en Malévich había mucho genio más allá de su obra más famosa, el Cuadrado negro, pintada sobre un lienzo blanco.
“Queremos mostrar al Malévich que es menos conocido para el público, y hacerlo en un amplio espectro. Por eso hemos titulado a la exposición No sólo el ‘Cuadrado negro’, explica a La Vanguardia Alexandra Shátskikh, comisaria de la muestra y una de las máximas expertas en la vanguardia rusa. “Además, la percepción del público es que Malévich era un autor vanguardista duro, severo, pero en nuestra exposición encontramos un Malévich diferente”.
Podemos ver no sólo al Malévich reformador, que construyó un nuevo sistema de coordenadas artísticas, sino también al joven pintor que en cuatro ocasiones vio rechazada su solicitud para ingresar en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú y tuvo que trabajar en Kursk como dibujante del ferrocarril. Rastrear cómo se fue desarrollando y creciendo el artista y “entender cómo de su impresionismo pasó al cezannismo ;desu
cezannismo al cubismo; luego al futurismo y cómo, tras cruzar por todas esas etapas, llegó a la abstracción absoluta”, explica Shátskikh.
La exposición, que lleva por nombre Kazimir Malévich. No sólo
el ‘Cuadrado negro’ y se puede ver hasta el 25 de febrero de 2018 en el pabellón Obrero y koljosiana del recinto ferial VDNKh de Moscú, se despliega por los dos pisos del edificio. En el primero se han situado las obras de sus primeros años: el Malévich figurativo, libros que hizo junto al poeta futurista Alexéi Kruchónikh, pósters y postales patrióticas de los primeros años de la Primera Guerra Mundial, así como tempranos cuadros de corte impresionista.
En el segundo piso se expone su obra abstracta, el material documental y las creaciones más voluminosas. Son sensacionales sus diseños arquitectónicos y los modelos de yeso de la arquitectura del futuro que realizó junto a sus discípulos en la década de 1920.
La exposición no es impactante. Al no participar ni la Galería Tretiakov ni el Museo Ruso, que son los principales tenedores de la obra de Malévich, la comisaria amplió la búsqueda para llenar la ausencia de obras icónicas con ejemplos del suprematismo procedentes de museos de todos los rincones de Rusia. El resultado es la retrospectiva más completa de Kazimir Malévich que se ha celebrado en Moscú en décadas: la última fue en 1988.
La muestra también incluye diseños, como el realizado para la botella de colonia Séverni (nórdico, en ruso). Y notas biográficas, donde podemos descubrir su procedencia noble, de una familia ya conocida en el siglo XVI, o los dos breves arrestos que sufrió el artista. Aunque el original Cuadrado negro (1915) no esté aquí, “presentamos su versión gráfica, creada al mismo tiempo que el cuadro al óleo”, dice Shátskikh. “Al hacer su obra más conocida, enseguida comprendió que a través de su universo había aparecido algo único. Así que para mostrar al mundo su creación, hizo un dibujo y lo envió de inmediato a Mijaíl Matiushin, en San Petersburgo, con quien en 1913 trabajó en bocetos para la ópera futurista Victoria sobre el sol, una de las obras principales de la vanguardia”. Shátskikh encontró el dibujo en el Museo Estatal de Literatura, que nunca lo había expuesto.
Hay más ejemplos: “También tenemos otro cuadrado negro que pintó Malévich cuando estuvo en Vítebsk (hoy Bielorrusia), en un tiempo en el que escribió su libro sobre los nuevos sistemas del arte. Allí pintó el cuadrado negro cuatro veces. En la exposición también se muestra una litografía del Cuadrado negro de 1919”, enumera la comisaria.
Al hacer su obra más conocida, comprendió que era algo único, un icono, así que la dibujo varias veces más