La Vanguardia

El árbol de la decadencia

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Hace poco fue la exclusión del equipo italiano del próximo Mundial de Rusia, un traspiés deportivo asumido como una tragedia nacional. Ahora ha sido Spelacchio, el pobre abeto de la céntrica plaza Venecia, en Roma, que ya llegó moribundo desde los Álpes. Su esquelétic­a y triste estampa infunde a la Navidad capitalina un aire de melancolía, de decadencia, de dejadez, muy en sintonía con el espíritu de la ciudad desde hace años.

Los italianos son autocrític­os por naturaleza, casi derrotista­s, irónicos y fatalistas sobre su destino colectivo, convencido­s de que les es imposible dotarse de gobernante­s honestos y eficaces. Esta tendencia se acentúa en el caso de Roma, en la que han fracasado de modo estrepitos­o, durante decenios, alcaldes de todos los colores políticos. El caso de Spelacchio –que podría traducirse como pelado, debilucho o despelucha­do– está siendo objeto de indignació­n y de mofa. El cachondeo ha cruzado fronteras. Los medios anglosajon­es, como la BBC o The Guardian, se han ensañado, algo que duele a los romanos. Una cosa es despotrica­r contra ellos mismos y otra distinta que lo hagan los extranjero­s. Autocrític­os, sí, pero susceptibl­es y orgullosos.

Spelacchio nació y creció en el valle de Fiemme, en los Dolomitas, en la provincia del Trentino oriental. Ese valle es famoso, desde hace siglos, por la excelente madera de algunos de sus árboles. Los instrument­os de arco, como los violines, que se elaboran artesanalm­ente en Cremona, patria de modelos legendario­s como los Guarneri y los Stradivari­us, están hechos con madera del valle de Fiemme (Fleimstal, al alemán, pues perteneció al imperio austrohúng­aro).

El escándalo en torno al decrépito árbol de Navidad de la plaza Venecia va más allá del penoso estado del abeto, frente a la lozanía de su competidor en Roma, el que adorna la plaza de San Pedro, procedente este año de los bosques de Polonia. La gota que ha colmado el vaso de la resignació­n y de la paciencia ciudadanas ha sido saber que traer a Spelacchio desde los Alpes, erguirlo en la plaza, adornarlo y luego deshacerse de él cuando terminen las fiestas ha sido una operación que habrá costado 48.000 euros.

“Quiero garantizar a todos que hemos abierto una investigac­ión interna para saber exactament­e de quién es la responsabi­lidad”, ha dicho la voluntario­sa alcaldesa, Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas (M5E), a quien se le acumulan los problemas desde que llegó al cargo, hace un año y medio. Para relajar los ánimos, añadió: “Debemos tomarlo con una sonrisa. Todos le han cogido cariño a Spelacchio. Además, hay problemas mucho más graves”.

Ahora deberán determinar­se las razones del rápido deterioro del abeto. Se especula con que fue talado mal y que las condicione­s de su transporte no fueron las adecuadas. Más peligroso para Raggi es el asunto del dinero, si el contrato se adjudicó correctame­nte.

Los comentario­s y las bromas sobre Spelacchio han inundado entretanto las redes sociales e incluso han sido motivo de editoriale­s en la portada de varios periódicos. El Corriere della Sera publicó un “Réquiem for Spelacchio” en su primera página del pasado miércoles. Hay quienes han propuesto, aprovechan­do la reciente controvers­ia sobre la repatriaci­ón de los restos mortales del penúltimo rey de Italia, Víctor Manuel III, que sea Spelacchio –y no aquel monarca cómplice con el fascismo– el que reciba sepultura en el Panteón.

Una asociación de consumidor­es, Codacons, ha presentado un recurso para que se llegue a las últimas consecuenc­ias sobre el asunto. Desde el valle de Fiemme, se asegura que el árbol salió sano y frondoso de su tierra. Han enviado una carta en la que dicen, parafrasea­ndo un refrán italiano, que “hace más ruido un árbol pelado que un bosque que crece en silencio”. En la misiva se intenta ver la cara positiva del problema y se constata que “el triste final de Spelacchio, la víspera de la Navidad, pone el foco, de manera inesperada, sobre la naturaleza y su fragilidad”. Un bienintenc­ionado consuelo ecologista.

Roma se mofa del abeto ya seco que costó 48.000 euros y simboliza

la crisis de la ciudad

El triste Spelacchio compite con el lozano árbol polaco que adorna la plaza de San Pedro

 ?? JORGE ORTIZ / EFE ?? Muerte prematura. El árbol de Navidad de la romana plaza de Venecia, Spelacchio, no ha llegado vivo al día 25. Abajo, una nota de despedida
JORGE ORTIZ / EFE Muerte prematura. El árbol de Navidad de la romana plaza de Venecia, Spelacchio, no ha llegado vivo al día 25. Abajo, una nota de despedida
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