La lectura de los resultados
El independentismo ha vuelto a demostrar su fuerza y la enorme fidelidad de sus seguidores. Ahora le toca leer los resultados y decidir el camino a seguir. No les va a resultar fácil. El 27 de septiembre del 2015, con una mayoría en escaños (72) y un porcentaje de votos del 47,8%, Artur Mas decidió continuar adelante con una hoja de ruta que acabó por desembocar en la declaración unilateral de independencia. La descarnada competencia entre los dos partidos que integraban Junts pel Sí, Convergència y Esquerra, impidió cualquier intento de desaceleración. El resultado actual (70 diputados y 47,5%) propició anoche una lectura similar por parte de Puigdemont. Si, como todo apunta, el independentismo se une de nuevo, deberá decidir exactamente para qué.
Las relaciones entre Puigdemont, su entorno y el PDECat con los dirigentes de ERC están muy deterioradas, pero mantenerse en el poder es un aliciente más que suficiente para disipar todas esas rencillas. No debería resultarles difícil llegar a un acuerdo para repartirse el Govern. Con solo una abstención de la CUP, pueden desencallar la investidura. Ni siquiera necesitan a los comunes. Otra cosa es decidir qué pactos eligen para transitar durante la legislatura. Ante una bifurcación, optar por uno u otro camino puede condicionar el resto del trayecto. Es posible que Puigdemont y ERC se decanten por alianzas con la CUP o los comunes en función de una agenda que está por definir.
Pero antes deberá dilucidarse la gran incógnita: si Puigdemont regresa a Catalunya para intentar tomar posesión como aseguró en campaña, en un auténtico desafío a Mariano Rajoy. El expresident hizo un pulso a su partido: apartó sus siglas asegurando a la dirección del PDECat que así lograría ganar, cuando las perspectivas de los herederos de Convergència eran muy pesimistas. No ha llegado el primero, pero sí ha salido victorioso en la dura disputa con Esquerra. Su resultado le permite imponer su criterio en el partido, aunque su futuro personal es más incierto. El fracaso del PP puede llevarle a convencerse de que las urnas le facilitan el regreso y una detención provocaría un nuevo terremoto político y social en Catalunya. Si no volviera, habría que ver si Esquerra se aviene a investir a otro presidente de la lista de Junts per Catalunya.
El independentismo ha resistido en circunstancias muy difíciles, pero por el camino ha despertado un sentimiento de rechazo en muchos catalanes que no vieron en el nacionalismo pujolista una amenaza a sus intereses y a su forma de concebir el país. El independentismo unilateral ha consolidado un amplio espacio político netamente españolista representado por Ciudadanos, un espacio identitario, que eclosionó para plantar cara al nacionalismo, un espacio que permaneció contenido durante décadas en favor de un catalanismo transversal, conciliador y mayoritario, y que ahora se ha desbordado. Con Ciudadanos ha despertado el sentir de muchos catalanes que se han considerado ninguneados por su Govern. No ha sido sólo un voto útil, sino también un voto de enérgica protesta.
La ANC y Ciudadanos celebraron ayer la victoria. En el otro extremo, casi extraparlamentario, se hundía nada menos que el partido que gobierna España. El PP tampoco supo leer bien el resultado electoral del 2015.
Puigdemont hace una interpretación de los resultados muy similar a la que hizo Mas el 27 de septiembre del 2015