Maravilloso solo de trágica
Wonder wheel
Dirección: Woody Allen
Intérpretes: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, James Belushi, Max Casella.
Producción: EE.UU. 2017. 101 m. Comedia dramática. El gran drama de Allen como autor –hay otros en su vida, pero esos vamos a dejarlos– es que quiere ser Chéjov, O’Neill y Tennessee Williams, los tres a la vez. Pero haga lo que haga le sale siempre un Woody auténtico. En Wonder wheel esa tensión es evidente.
Por momentos se nota en Allen el deseo de ser otro, un gran trágico. Pero es evidente que su nuevo filme es obra, otra más, del maestro del chiste y de la ocurrencia. Nadie escapa de lo que es y Woody todavía menos. Como director, sin embargo, Allen ha acabado por aceptarse
a sí mismo y dirige sus películas como toca el clarinete: con impulso de jazz y recursos limitados.
Cuando está en vena, y aquí lo está por momentos, solo necesita encontrar la actriz adecuada. Como en este caso ocurre con Kate Winslet, y como ocurrió en su momento en Blue Jasmine (2013) con Cate Blanchett. Entonces no le salen historias, no; le salen unos maravillosos solos de mujer. Wonder wheel nos recuerda la imbatible grandeza de Allen como director de mujeres.
Entrelaza el filme cuatro personajes destacados en el Coney Island de los años cincuenta, el gran parque de atracciones de Nueva York que se erige aquí, gracias a la fotografía del italiano Vittorio Storano –decidido a ganar otro Oscar– casi en otro personaje fundamental del drama. Ginny (Kate Winslet), actriz retirada que ejerce de camarera, es la decepción personificada. Enamorada por encima de sus posibilidades, es Ana Karenina y Madame Bobary al unísono. En verdad Ginny es Kate Winslet, llena de furia, de rabia, de envidia, de amor y de deseo. Allen sabe que ella es todo eso, y mueve la cámara a su alrededor como si fuera un espejo cuarteado y roto, para devolvernos el reflejo de una mujer quebrada y frágil.
A su lado, los demás son meros comparsas. Humty (Jim Belushi) ejerce de decepcionado y borrachín marido. Humty tiene una hija, Carolina (Juno Temple), que huye de un marido posesivo (y mafioso). Y revoloteando entre ambas, el aspirante a escritor y salvavidas de profesión, Mickey (Justin Timberlake), banal y ocurrente.
Y agazapado entre ellos está Richie, el hijo de Ginny/Winslet de un anterior matrimonio. Un chaval que es más Allen que todos los demás juntos. Un pirómano que quiere ir al cine y quemarlo todo, a poder ser ambas cosas a la vez. Una pesadilla de crío. Cine; acabar con todo. Dolor acumulado. Y la familia, ay, la familia. Nadie escapa de lo que es, que ya está dicho. Y Allen menos.