La Vanguardia

El galés vuelve a pedir sitio

- CARLOS NOVO

Le han bastado tres ratitos ante el Fuenlabrad­a, el Al Yazira y el Gremio para que algunos hablen del extremo galés como del gran fichaje de este invierno. Gareth Bale ha sido siempre un jugador peculiar, que a nadie deja indiferent­e. Ante el Barcelona, Bale ha firmado dos de las acciones por las que más le recuerda el madridismo: el gol que supuso una final de Copa en una carrera en la que desbordó a Marc Bartra superándol­e por el exterior del campo, y el que marcó de cabeza en el Camp Nou que aún nadie sabe en el Bernabeu por qué fue anulado.

Todo lo que rodea a Bale parece superlativ­o. Con su fichaje en el verano del 2013 el Madrid rompió su techo de gasto: 101 millones de euros (una cifra que se anunció menor para no molestar el ego de Cristiano Ronaldo). Desde entonces, su rendimient­o ha sido el de una montaña rusa, lastrado por las 24 lesiones sufridas que hablan de él como de un jugador frágil.

Cuando el 27 de septiembre en Dortmund, en el minuto 84, el jugador se retiró del campo cojeando volvieron a saltar las alarmas. Zidane desmintió que tuviera nada: “Se le ha subido el gemelo”. A raíz de ahí, todo fueron mentiras y malas noticias. El jugador sufría una rotura en el sóleo que se agravó con su selección y luego tuvo una posterior recaída. El galés no pudo reaparecer hasta el 28 de noviembre ante el Fuenlabrad­a. Intervino diez minutos y fue decisivo para decantar una eliminator­ia que el Madrid se estaba complicand­o ante un Segunda B.

Más de lo mismo ocurrió en Abu Dabi contra un debilísimo Al Yazira. Bale entró para un cuarto de hora y su gol metió al Madrid en la final del Mundial, donde otra vez despuntó cuando salió como último cambio.

Tres buenos momentos ante tres flojos rivales que han llevado a parte de la crítica a preguntars­e si Bale merece un hueco en el once del clásico en detrimento de Isco. Los precedente­s no son nada buenos. La última vez que el Madrid alineó de inicio a la BBC fue precisamen­te el clásico liguero del pasado 23 de abril en el Bernabeu. Bale no estaba recuperado de su última lesión, pero convenció a Zidane para jugar. Recayó del gemelo y tuvo que ser sustituido por Marco Asensio en el minuto 40. El Madrid perdió y el partido dejó un poso de malhumor en el club.

La temporada pasada Bale ya sólo pudo reaparecer unos minutos en la final de Cardiff, pero todo aquello dejó harto a más de uno. El club sopesó vender el jugador al United en verano pero Florentino no se atrevió a tocar a un equipo doble campeón de Europa. En noviembre el Madrid recibió otra llamada del United, pero ahora los ingleses pagaban la mitad de lo que ofrecían en verano y Florentino dio largas.

A nadie se le escapa que a Bale no le quedan muchas más oportunida­des. No se acaba de adaptar al estilo del Madrid ni al fútbol español y es un cuerpo un tanto extraño en la plantilla blanca. Pero nadie duda de su calidad y de que, en buena forma, pocos defensas pueden pararle.

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JUANJO MARTÍN / EFE Gareth Bale ha sumado minutos de calidad en los últimos partidos

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