GERARD PIQUÉ - SERGIO RAMOS
G.P. Es mediático y quiere serlo. Omnipresente en las redes o el césped, como deportista o como pareja de estrella del pop. Es el futbolista total de la sociedad digital. Sabe que todo es social y que los mensajes neutrales no van a ningún lugar en la sociedad del retuit y el like. Pretende ser el medio y el mensaje. De barcelonismo genético, su abuelo Amador Bernabeu le permitió decodificar el club a una edad en que miraba otro club, el Super3. Las ruedas de prensa le dan tanta adrenalina como los partidos. Pese a su origen catalano-burgués, nunca necesita el pujolista “hoy, no toca”. Ante una pregunta, siempre hay una respuesta sin matices. Le gusta dar titulares, me lo puedo imaginar leyéndolos y diciéndose a sí mismo: “Yo escribí ese titular”.
S.R. Si la riqueza nace de los contrates, Sergio Ramos es la antítesis de Gerard Piqué. En su barrio nunca fue Sergio, era el hijo de la Paqui o ‘Schuster’. Llegar al club de Chamartín pidiendo el dorsal de Fernando Hierro refleja cuál es la etimología del personaje. Sus excesivos tatuajes biográficos describen su trayectoria vital al pie de la letra. Si en las ruedas de prensa sacaran tarjetas rojas a las declaraciones fuera de tono, también sería el líder de esa clasificación. Impetuoso e hiperactivo, es capaz de tirar “por la borda” una Copa desde un autocar en plena celebración sin sonrojarse. Nadie como él para detonar las redes sociales con tuits surrealistas que propician memes infinitos. Sus decisiones en el césped también lo consiguen, es capaz de tirar un penalti a la luna o a lo Panenka sin dudarlo.