La Vanguardia

María Echeverría

FUNDADORA DE AMANTANÍ

- ROSA M. BOSCH Cuzco (Perú)

Las hermanas barcelones­as María y Pilar Echeverría fundaron hace veinte años en Perú la asociación solidaria Amantaní. Es la única entidad de la ciudad de Cuzco que tiene las puertas abiertas las 24 horas a niños sin protección familiar.

Thiago y Jesús reclaman atención en una sala con otros bebés que empiezan a dar sus primeros pasos. Thiago, de 15 meses y cinco kilos y medio de peso, sufre desnutrici­ón. La policía encontró al pequeño llorando dentro de un coche. Su madre, adolescent­e, estaba en una discoteca cercana, y el padre, en prisión. Thiago, como Jesús, abandonado recién nacido junto a una comisaría, forma parte de los 1.400 menores que han sido o son acogidos por Amantaní, la asociación sin ánimo de lucro creada hace 20 años en Cuzco por dos hermanas barcelones­as, María y Pilar Echevarría.

Amantaní es la única entidad de la ciudad peruana que tiene las puertas abiertas las 24 horas del día a bebés y niños de todas las edades, hasta los 18 años, sin protección familiar. La aventura de las hermanas Echevarría empezó el verano de 1995. María, historiado­ra

del arte, y Pilar, informátic­a, querían dedicar sus vacaciones a un voluntaria­do y optaron por ayudar a unas monjas en un hospital de personas sin recursos de Cuzco. “Íbamos para un mes y nos quedamos dos años. Luego Pilar se empeñó en hacer algo más. Había tanta necesidad con los niños que encontraba­n en la calle... Queríamos evitar que tuvieran que quedarse en la comisaría hasta que su familia apareciese o hasta que se encontrase un lugar para ellos. Así que en 1997 alquilamos un piso gracias al apoyo de familiares y amigos. La policía y los juzgados nos traían a bebés de apenas kilo y medio”. La desnutrici­ón es un problema endémico en Perú que actualment­e –apunta Pilar– afecta al 27% de la población infantil.

Lo que marca la diferencia respecto a otras entidades es que Amantaní recibe sin condicione­s a todos los niños. A pequeños solos, a grupos de hermanos, a bebés, adolescent­es...

Muy pronto el piso se quedó pequeño

y se trasladaro­n a una vivienda de mayores dimensione­s. Ahora disponen de un hogar transitori­o y de cuatro casas que albergan a 68 personas. Reductos tranquilos, con jardín, y donde tienen cubiertas todas las necesidade­s. Van a la escuela, cuentan con refuerzo escolar, atención médica, psicológic­a y calor humano. “Pero pensamos que donde están mejor es en un entorno familiar. Trabajamos con padres, abuelos... para que puedan regresar con ellos. A veces es posible, otras no. Es el Ministerio de la Mujer y Poblacione­s Vulnerable­s (MMPV) el que decide su futuro, si siguen aquí, si vuelven con la familia o si, una vez agotadas todas las vías, se tramita su adopción nacional o internacio­nal”, explica María.

La extrema pobreza aboca a muchos al alcohol, a una vida sin techo. Las calles de Cuzco, uno de los principale­s destinos turísticos de Perú, donde la creciente oferta de lujosos hoteles y restaurant­es contrasta con la miseria, alojan de día y de noche a adultos y pequeños. “Cuzco se ha vuelto una ciudad carísima; hemos tenido que reducir nuestro personal a la mitad, a 18 personas. Aquí es obligatori­o tener psicólogo, trabajador social, enfermeras... También colaboran desinteres­adamente con nosotros médicos y odontólogo­s. Sobrevivim­os gracias a las aportacion­es de socios y de dos empresas”, añade.

Veinte años de trayectori­a invitan a hacer balance sobre el impacto de Amantaní, el nombre de una isla del lago Titicaca. De los

Algunos están en la universida­d, como un chico que llegó de bebé a Amantaní y ahora cursa Ingeniería

1.400 menores que han atendido, la mitad han podido regresar con sus familias; el 30% se han quedado aquí y el 20% han sido adoptados. “Lo más importante es que muchos, ya mayores, han tenido hijos y ninguno los ha abandonado, se ha roto la cadena de abandono. Esto es un éxito enorme”.

Algunos han accedido a la universida­d, como un chico que llegó a Amantaní a los seis meses. Su madre estaba atrapada por el alcohol, el padre no podía hacerse cargo de todos los hijos y el pequeño tuvo que pasar sus primeros años de vida en este hogar cuzqueño. Ahora cursa segundo de Ingeniería de Caminos.

Al alcoholism­o se suma la creciente violencia contra la mujer: entre los meses de enero y octubre los centros de emergencia de Perú contabiliz­aron 64.502 casos, casi 15.000 más que durante el mismo periodo del 2016. De estos, 25.306 fueron agresiones físicas y 6.585 sexuales.

Thiago, el pequeño citado al inicio de este reportaje, estuvo diez días en Amantaní. Ganó 840 gramos de peso, y la Unidad de Investigac­ión Tutelar decidió entregárse­lo a la abuela materna. Jesús es un NN (No Nombre). El 24 de diciembre del 2016 fue hallado todavía con el cordón umbilical y el pasado mes de abril se emitió sentencia de abandono. Las autoridade­s deberán decidir dónde pasa los próximos años. Mientras, aprende a dar sus primeros pasos en Amantaní.

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 ?? ROSA M. BOSCH ?? María Echevarría una tarde de domingo jugando con algunos de los pequeños acogidos en una de las casas de Amantaní
ROSA M. BOSCH María Echevarría una tarde de domingo jugando con algunos de los pequeños acogidos en una de las casas de Amantaní

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