Colau, víctima electoral
UNA de las víctimas colaterales de las elecciones autonómicas del pasado jueves es Catalunya en Comú-Podem, el partido de Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, que presentaba como candidato a Xavier Domènech. Los resultados del partido en la ciudad de Barcelona, como en Catalunya, han sido muy pobres: ha ocupado el quinto puesto, con tan sólo el 9,3% de los votos, ha perdido más de 2.100 electores (medio punto porcentual) con respecto a las autonómicas del 2015 a pesar del incremento de más de siete puntos en la participación. Un pobre bagaje que añade más incertidumbre sobre el futuro inmediato del gobierno de la capital catalana.
El triunfo de Ciudadanos en la ciudad, con el 23,9% y 215.405 votos, más de 60.000 con respecto al 2015, así como su victoria en siete de los diez distritos han situado al partido naranja en el más alto escalón electoral barcelonés, seguido de ERC (188.496 votos y 20,9%) y Junts per Catalunya (176.206 y 19,6%) –que sumados alcanzan más de 369.000 votos– y en cuarto lugar el PSC, con 130.000 votos y el 14,5%. Por tanto, la quinta plaza electoral alcanzada no es una buena noticia para la actual alcaldesa, Ada Colau, cuya situación de minoría en el Salón de Plenos es bien conocida y que muy probablemente se agudizará hasta que se celebren las próximas elecciones municipales, previstas para mayo del 2019.
Sabido es que unas elecciones autonómicas en Catalunya tienen poco que ver con las municipales y, en el caso de las del pasado jueves, la excepcionalidad de la convocatoria fue un elemento fundamental. Pero también lo es que el mandato de Ada Colau se ha visto limitado por su situación de debilidad política (11 concejales de 41), que quedó paliada en parte cuando suscribió un pacto con el PSC de Jaume Collboni, pero cuya ruptura el pasado noviembre por el apoyo del PSC (4 concejales) a la aplicación del 155 volvió a dejar al grupo de Colau en situación de extrema soledad. El equipo de gobierno está obligado a una negociación permanente con todos los grupos para sacar adelante los proyectos, lo cual, además de estresante, es generador de incertidumbres de todo tipo.
Barcelona, por todo lo ocurrido (atentados terroristas, violencia el 1-O y aplicación del 155, fuga de empresas, etcétera) precisa remontar el vuelo. Es más que evidente. Por ejemplo, unas recientes declaraciones de Ada Colau sobre la voluntad de reforzar la continuidad del Mobile World Congress indican que la alcaldesa es consciente de que la capital catalana debe superar los riesgos planteados por la crisis política. Otra cosa es que logre superar con inteligencia la debilidad política.