La Vanguardia

Un regalo para Paco

Oleada de solidarida­d en el puente del Potosí

- FEDE CEDÓ Santa Coloma de Gramenet

Cada día, desde hace 34 años, Paco, el de los kleenex, como lo conocen en Santa Coloma de Gramenet, amanece en el puente del Potosí. Vestido solamente con una camiseta de manga corta, llueva o haga frío, siempre está ahí, educadamen­te insistente, hasta que vende un paquete de pañuelos a cambio de la voluntad o logra arrancar una sonrisa a los conductore­s que se detienen en el semáforo. Ayer, un grupo espontáneo de vecinos quiso hacer llegar a Paco el espíritu de la Navidad y hacerle un homenaje navideño, pero Paco no acudió “por vergüenza”.

Su forma tan educada de ofrecer los pañuelos, de vender los croissants que le dan sus amigos de la pastelería o de pedir sólo la voluntad a cambio de uno de los diarios que le proporcion­an algunos repartidor­es ha hecho de Paco un símbolo colomense. “Siempre con su sonrisa nos alegra las mañanas”, dicen los vecinos.

Su fuerte figura siempre está allí, desde las cuatro de la madrugada. Un gesto que ayer le quisieron agradecer con un lote de regalos. Una cesta navideña que fueron reuniendo para entregárse­la ayer por la mañana. Una oleada de solidarida­d que desató la propuesta de un vecino vía la redes sociales y que fue creciendo con centenares de vecinos que compartier­on la iniciativa. Ayer todos querían abrazar a su amigo. Los más pequeños, que también le llevaron dibujos, le llaman “el de los pañuelos”. Pero ayer Paco no quiso ningún homenaje. “No me lo merezco”, les insistió.

“No quiero regalos”, dijo a los que quisieron mostrarle su cariño e intentaron convencerl­e de que fuera al puente. “No me hace falta nada”, respondió amable ante el alud de regalos. Ni el jamón quiso aceptar. Tampoco las huchas selladas ni la ropa. Estos días, sus vecinos tratarán de hacerle cambiar de opinión. Y si no lo logran, todos sus regalos irán a manos de la Cruz Roja.

Los que le conocen, saben que Paco, con casi 70 años, es muy fuerte, pero tantos lustros junto al río le han pasado factura. “Tiene mal los huesos, sufre una dolencia reumática”. Con los pañuelos ha sacado adelante a seis hijos, dos de ellos con discapacid­ades, que ya se han emancipado. Ahora Paco vive solo en una habitación. “No necesito más, tengo lo que quiero”, responde a los que intentan ayudarle. Ayer todos querían abrazarle, “incluso gente que venía de otras ciudades”. Se sabe querido por ser aquel que de madrugada provoca una sonrisa sólo con unos pañuelos de papel.

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JESICA BUIZA HIDALGO Regalos que los vecinos dejaron a Paco, el de los kleenex

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