La Vanguardia

El mago del calçot

ÀNGEL SOLÉ (1969-2017)

- Cocinero SARA SANS

No había amanecido todavía cuando Àngel Solé salió de casa en dirección a su restaurant­e. Como cada día. Con su furgoneta. Y como casi cada día, por la misma carretera. Y a menos de un kilómetro del restaurant­e al que dedicaba su vida, un camión se cruzó trágicamen­te por el camino. Valls (Alt Camp) perdió ayer a uno de sus cocineros más queridos. Solé supo sacar sin complejos lo mejor del producto emblema de su tierra, el calçot, que preparó incluso en forma de gelatina. Un mago de la cocina que contagiaba pasión.

Àngel Solé fue uno de los embajadore­s de la calçotada y divulgó este tradiciona­l y social ágape típico de Valls por todo el mundo. Intervino como anfitrión en una serie de reportajes sobre gastronomí­a catalana que grabó Discovery Channel y también mostró sus dotes culinarias en otros programas televisivo­s. Junto Ferran Adrià, Carles Gaig y Carme Ruscalleda preparó la cena de gala para dar a conocer el Català de l’Any del 2008 aportando para esta ceremonia un chóped de calçot. En el 2011 estuvo en Roma divulgando las posibilida­des de este producto e impartió clases en Estados Unidos y Asia. Hace unos días fue selecciona­do para presentar sus nuevas creaciones en la Jornada Gastronòmi­ca del Calçot.

La cocina de autor era su gran pasión, pero una de sus mayores especialid­ades la aprendió de su padre. El pulpo a la gallega de Solé era más que celebrado entre sus clientes, como los huevos fritos con trufa. Y aunque su restaurant­e, Ca l’Àngel, se convirtió en un santuario del calçot, los calamares con huevos o el cap i pota levantaban pasiones. Ubicado en la carretera del Pla de Santa Maria, en las afueras de Valls, Solé también convirtió el restaurant­e familiar en parada obligatori­a para los amantes de los desayunos de tenedor. Ca l’Àngel era un clásico de Valls, el restaurant­e en el que se sabía la hora de entrada y nunca la de salida. Un local con apariencia de bar de carretera que ofrecía un altísimo nivel gastronómi­co.

Valls amaneció ayer de luto. Y es que por encima de sus dotes culinarias, Solé siempre mantuvo unas cualidades personales excepciona­les: un trato cordial, siempre alegre, honesto y familiar, en la cocina y fuera de ella, también en la Colla Joves, donde militó siempre. Fue jefe de cocina del hotel Class de Valls y recienteme­nte había abierto otro restaurant­e en Alió, El Petit Cup.

Solé sacó lo mejor del producto emblema de su tierra y contagió pasión dentro y fuera de la cocina

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