Navidad o la humildad de Dios
Hemos llegado al cuarto y último domingo de Adviento. Se da la coincidencia que hoy finaliza el tiempo litúrgico de Adviento y a partir de esta tarde, con las primeras vísperas, iniciamos el tiempo de Navidad con la celebración de la Solemnidad del Nacimiento del Señor. Os invito a contemplar el misterio de Navidad como expresión de la humildad de Dios.
Son muy numerosos los santos y santas que nos invitan a vivir el gozo de la Navidad desde la perspectiva de la humildad. Quizá el más emblemático y popular es san Francisco de Asís. Así nos lo recuerda el papa Benedicto XVI cuando reconoce que “el particular e intenso clima espiritual que rodea la Navidad se desarrolló en la edad media, gracias a san Francisco de Asís, que estaba profundamente enamorado del hombre Jesús, del Dios-con-nosotros”. Se cuenta que mientras recorría la pequeña población de Rieti en 1223, la Navidad lo sorprendió en la ermita de Greccio y fue allí donde tuvo la inspiración de reproducir en vivo el nacimiento de Jesús. Una preciosa tradición que debemos conservar.
Animo a las familias a colocar el pesebre en sus hogares. Que la contemplación del nacimiento, como a san Francisco, nos acreciente el deseo de experimentar de forma concreta, viva y actual la humilde grandeza del acontecimiento del nacimiento del Niño Jesús y el deseo de comunicar su alegría a todos.
Pienso también en santa Teresita de Lisieux, que, como religiosa carmelita descalza, tomó el nombre de Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, uniendo en el nombre la humildad de Jesús Niño y la tremenda humillación del Dios-hombre en la Pasión. Ella, que es también doctora de la Iglesia, supo vivir y dar testimonio de lo que llamaba “su camino”, la “infancia espiritual”, que se aprende meditando el misterio de Navidad en el cual Dios por nosotros se hizo pequeño y frágil.
“Esto es un gran misterio –dijo el papa Francisco en la Navidad de 2015– ¡Dios es humilde! Nosotros, que somos orgullosos, estamos llenos de vanidad y nos creemos grandes… ¡no somos nada! Él es grande, es humilde y se hace niño. ¡Esto es un verdadero misterio! Dios es humilde. ¡Esto es hermoso!”.
En el tiempo navideño recordamos especialmente su infancia: un niño Dios que quiere cautivar nuestra atención y nuestros corazones. Estos días de Navidad regalémonos tiempo para contemplar
Esta Navidad os animo a contemplar con gozo a los niños, a los ancianos, a los que padecen la soledad
a este Dios que se ha hecho niño para acercarse totalmente a nosotros. Este niño Dios, que nos impulsa a acoger las necesidades de los que nos rodean. En este sentido, doy las gracias a Dios por poder contar en Barcelona con una obra diocesana centenaria a favor de los niños enfermos o discapacitados, que precisamente lleva el nombre del niño Dios: la Fundació Nen Déu.
Decía el papa Francisco, en la citada alocución: “Es una buena costumbre que los padres y abuelos tienen: mirar a los niños, mirar lo que hacen, mirarlos a ellos. Así descubrimos, sobre todo, que los niños requieren nuestra atención. Ellos tienen que estar en el centro”.
Esta Navidad, os animo a contemplar con gozo a nuestros niños y a descubrir en ellos la mirada del niño Dios, y que así también sean centro de atención nuestros ancianos y aquellos que padecen la soledad. Os deseo a todos una santa y feliz Navidad. Que Dios os conceda su paz.