Retos internacionales
Los temas candentes con que se abrirá el 2018 en materia de relaciones internacionales, con Trump, Arabia Saudí, China y los gobiernos bolivarianos en el punto de mira.
EL mundo ha sobrevivido a los temores sobre el primer año de la presidencia de Donald Trump, que, tuits aparte, ha tomado algunas decisiones drásticas y polémicas pero sin alterar el curso de la historia de Estados Unidos, incluyendo su dimensión de primera potencia mundial. Entre las medidas presidenciales más controvertidas figura la salida del acuerdo de París sobre el Cambio Climático y el traslado de la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén. No obstante, la democracia de Estados Unidos, basada en una escrupulosa división de poderes, ha atenuado los ímpetus presidenciales y desbaratado las teorías apocalípticas, emanadas en parte por un antiamericanismo internacional muy dado a pronosticar la caída del imperio romano.
El liderazgo y respaldo popular al presidente de Estados Unidos será sometido a la exigente prueba de las elecciones legislativas del midterm, en noviembre del 2018, cuando el Senado renovará 33 de sus 100 escaños y la Cámara de Representantes los 435 congresistas. Aunque se trata de circunscripciones con sus dinámicas propias y un fuerte factor personal de los candidatos, estas elecciones son un baremo tradicional de la presidencia a mitad de mandato. Cuando el presidente está fuerte, los candidatos de su partido le reivindican, cuando está débil, nadie le invoca. La composición resultante influye en la agenda del presidente, cuyas iniciativas pasan siempre por el tamiz del Capitolio. Donald Trump juega con ventaja: 24 de los 33 escaños del Senado en liza son defendidos por demócratas, lo que complica la posibilidad de vuelco parlamentario (los republicanos controlan las dos cámaras).
El frente judicial está aún lejos de afectar directamente a Donald Trump pese a los esfuerzos titánicos del fiscal especial Mueller, que investiga las conexiones entre el equipo de campaña del presidente y Rusia. No es previsible que el asunto conduzca al procesamiento de Donald Trump, a diferencia de algunos de sus más cercanos colaboradores, yerno incluido, un desgaste judicial con el que Trump ha convivido a lo largo de toda su vida y del que –es evidente– ha salido airoso. Los detractores del presidente de EE.UU. harían bien en no confundir ilusiones con realidad. Sobre todo con el buen comportamiento de la economía de Estados Unidos, cuyo PIB en el 2018 prevé un crecimiento del 2,5% (en el 2016 fue del 1,6%), y los intentos de hacer efectiva la recientemente aprobada rebaja de impuestos, la primera desde 1986, asunto muy del agrado del elector medio. Un tanto para el presidente Trump que podría quedar contrarrestado si tenemos en cuenta su promesa –de difícil cumplimiento en el 2018 dado el clima legislativo electoral– de iniciar grandes infraestructuras en todo el país.
Arabia Saudí será uno de los países que observar teniendo en cuenta el cambio de guardia hecho en noviembre a golpe de arrestos por el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, de 32 años, una acción que ha roto con el delicado equilibrio tribal del reino y abre, en consecuencia, muchas incógnitas. Mohamed bin Salman está tratando de imponer su Visión 2030, un ambicioso plan de refor- mas llamado a racionalizar la economía y acabar con la idea de que el Estado garantizaba de por vida el bienestar de todos los súbditos. Es muy pronto para evaluar si esta visión cambiará una mentalidad conservadora inherente al espíritu nacional, de la misma forma que aún está por ver si la apertura en el papel de la mujer es cosmética o de calado (en teoría, a partir de junio del 2018 las mujeres podrán conducir pero falta por ver la letra pequeña del reglamento y su efectividad en la vida cotidiana).
La transición saudí se realiza de forma paralela al enfrentamiento regional con la República Islámica de Irán, dos rivales que ya libran una guerra interpuesta en Yemen desde el año 2015 cuando la aviación saudí empezó a bombardear sin muchos miramientos la zona del país controlada por la minoría hutí, una rama de la religión chií que cuenta con respaldo iraní. La pugna gravitará sobre la estabilidad de Oriente Medio, con Estados Unidos abiertamente a favor de los saudíes y hostiles a Teherán tras el acercamiento de Barack Obama, denunciado por Donald Trump. La verificación del poder nuclear de Irán tiene visos de ser un arma arrojadiza que Washington podría emplear a fin de justificar la ruptura de la reconciliación iniciada por Obama. Como sucede en todos los regímenes autoritarios, Arabia Saudí podría maquillar eventuales dificultades internas con acciones patrióticas exteriores.
China mantiene la velocidad de crucero del progreso económico, con unas previsiones de crecimiento para el 2018 del 6,4%-6,5%, por debajo del 6,8% de este año que termina. Se trata de una desaceleración deseada para aminorar riesgos bancarios del crédito y el mercado inmobiliario. Con cifras semejantes, el hombre fuerte de China, Xi Jinping, demuestra capacidad para implantar su visión de un país desarrollado, cohesionado socialmente y desacomplejado en el plano internacional en el año 2050. Sólo una sociedad autoritaria permite a un líder actuar con semejante determinación y previsión. Sin elecciones democráticas ni límites de mandato, Xi Jinping tiene todos los resortes del país para situar al gigante asiático al frente del mundo dentro de tres decenios, junto a Estados Unidos. O sin ellos.
El panorama de América Latina sigue marcado por las incertidumbres que atraviesan países como Venezuela y Cuba, donde Raúl Castro, de 86 años, abandonará nominalmente el poder en el mes de abril sin que el sistema haya decidido quién será su sucesor. En Caracas, el presidente Nicolás Maduro afronta un año 2018 cargado de malas perspectivas económicas (la inflación alcanzará el 2.300%, según el FMI) que podrían acentuar los problemas de suministro de productos básicos, una tendencia iniciada en el 2014 con el descenso de los precios del crudo. Las divisiones en la oposición al chavismo permiten resistir al inquilino del palacio de Miraflores, que ha prometido convocar elecciones presidenciales este año 2018, sin que haya desvelado si concurrirá. El grado de degradación de las condiciones de vida determinará si el chavismo sin Hugo Chávez tiene futuro o es una maldición para el sufrido pueblo venezolano.