Un acusado en Argentina por el asesinato de Nisman
El único acusado de la muerte del fiscal argentino Alberto Nisman, el informático Diego Lagomarsino, reiteró ayer su inocencia e insistió en la hipótesis del “suicidio inducido”. El juez Julián Ercolini procesó el martes a Lagomarsino por ser una “pieza clave” en lo que la justicia ya considera un asesinato, a pesar de que la mayoría de indicios apuntaban desde el principio a un suicidio. Nisman apareció muerto con un disparo en la cabeza el 18 de enero del 2015 en el baño de su casa de Buenos Aires. Pocos días antes había denunciado a la entonces presidenta, Cristina Fernández, como encubridora del atentado antijudío de la AMIA –que el fiscal investigaba– al llegar a un polémico acuerdo diplomático con el Gobierno de Irán, al que Israel y EE.UU. responsabilizan de la masacre de 1994, que causó 85 muertos. Lagormarsino declaró que, a petición de Nisman, para quien trabajaba como informático, entregó al fiscal para su protección la pistola que finalmente le quitó la vida. Ercolini considera que Lagomarsino formaba parte de un plan para asesinar a Nisman y que cuando le dio el arma el informático tenía “pleno conocimiento de lo que ocurriría”, pero el juez no le acusa de ser quien efectuó el disparo, sino que habla de “autores desconocidos” en base a un informe policial que sostiene que el crimen material fue cometido por dos personas. “Va a ser imposible de probar porque no existió”, dijo ayer Lagomarsino sobre su culpabilidad, en un caso con muchos puntos oscuros, como el hecho de que Nisman tuviera en EE.UU. una cuenta bancaria no declarada con 600.000 dólares, cuyo cotitular era Lagomarsino. O por qué el fiscal pidió una pistola a su colaborador cuando tenía cuatro guardaespaldas. Precisamente, Ercolini también procesó a dos escoltas como “encubridores” del crimen.