La Vanguardia

Entrar con buen pie

Visita guiada al Parlament para los nuevos diputados de ERC

- ÀLEX TORT Barcelona

“La gente mayor es la mejor: cuesta mantener la ruta porque siempre hay alguien que tiene que ir al lavabo”. Alba Vergés, diputada electa de ERC, hace el papel de anfitriona para las nuevas caras del grupo parlamenta­rio, de los que ejercerán por primera vez como diputados. Reunidos ante el atril del hemiciclo del Parlament, y una vez visitadas otras dependenci­as, Vergés se ha referido a las visitas guiadas que la Cámara catalana autoriza a escolares o pequeños grupos de ciudadanos que piden conocer el Palau.

Al mismo tiempo lo hace dando clases notables de historia: recuerda que en 1932 el Ayuntamien­to de Barcelona cedió el Palau para que fuera la sede del Parlament, y que Francesc Macià encargó a Josep Tarradella­s la coordinaci­ón de las obras y trabajos para la adaptación del edificio a su nueva función. “Pero más tarde Franco lo utilizó como almacén de armas e hizo tapiar todas las puertas del hemiciclo”.

A la ya veterana diputada la escuchan una decena de recién llegados, entre ellos Jenn Díaz, Adriana Delgado, Jordi Albert, Gemma Espigares, Irene Fornós i Najat Driouech. Esta última había llegado tarde. “Llevo un resfriado que no veas”, había comentado a las puertas del Parlament. “No he medido bien el tiempo. Tengo que mirar si de verdad me va mejor el tren que el coche para venir desde El Masnou”, donde reside.

La visita guiada a los noveles, a las once de la mañana, coincide con la reunión de la diputación permanente, órgano compuesto por miembros de los grupos parlamenta­rios de la anterior legislatur­a que gestiona el día a día hasta que se constituya el nuevo Parlament. Unos se van, otros entran.

De nuevo en el hemiciclo, un representa­nte del servicio de la Cámara interrumpe a los nuevos di- putados electos de ERC: “Os voy a dar un consejo: cuidado con lo que decís aquí dentro, porque se oye todo”. No ha sido la única interrupci­ón. Antes Marta Pascal, coordinado­ra general del PDECat, pide perdón a los presentes. Silencio nervioso de diez segundos. Acto seguido, siguen las explicacio­nes: “Un día Junqueras se cayó por una de esas escaleras”, explica Vergés mientras señala el lateral que queda a su izquierda, enfatizand­o que es de esas anécdotas que a las visitas les gusta escuchar.

Aparte de imaginar cuál será su asiento, una de las preocupaci­ones de los noveles son las votaciones. “Primero hay que pulsar el botón gris de presencia. Un dedo significa sí, dos no, tres abstención. Marta (Rovira) siempre levanta el dedo gordo para el sí” en lugar del índice, “como si hiciera OK, y mueve los dedos para las otras opciones, porque según el ángulo podrías no ver bien qué está diciendo”. Estos aspectos serán peccata minuta comparado con el papel que les toque desarrolla­r en las comisiones a las que sean asignados. Los nuevos ya están preparados para no meter la pata.

“Cuidado con lo que decís aquí dentro: se oye todo”, aconseja un trabajador de la Cámara a los recién llegados

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QUIQUE GARCÍA / EFE La diputación permanente del Parlament se reunió ayer justo el primer día de algunos de los electos

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