La Vanguardia

Amargar la victoria

- Fernando Ónega

Comienza la batalla ante las próximas elecciones locales, autonómica­s y estatales entre PP, PSOE y Ciudadanos

Sirve para algo ganar las elecciones en Catalunya? En cualquier país, incluida España, la pregunta sería absurda: sirve para intentar formar gobierno o rendirse ante la formación de otra mayoría parlamenta­ria. En Catalunya es distinto, como casi todo. No sirve para formar gobierno, porque la mayoría distinta “viene de fábrica” y la destacó la prensa internacio­nal: el independen­tismo mantiene su supremacía en el Parlament. Sus partidos pueden andar a la greña por un quítame allá un president, pero sus discrepanc­ias no permitirán un gobierno españolist­a. La coalición que queda en medio, Catalunya en Comú Podem, no es independen­tista, pero los diputados y diputadas de Ada Colau y Pablo Iglesias no apoyarán a nadie de un partido que ambos líderes consideran a la derecha del PP.

En parecida situación se encontró Rajoy en enero del 2015: había ganado las elecciones, pero no tenía apoyos y declinó el primer encargo del Rey de formar gobierno. ¿Por qué, entonces, presiona ahora a Ciutadans para que lo intente en Catalunya? “Lo de Rajoy fue distinto”, me explican desde la Moncloa. “Rajoy habló con todos al día siguiente y ejerció de vencedor. Ahora el vencedor de las elecciones catalanas desapareci­ó del mapa y dejó todo el espacio al independen­tismo”. Y el socialista José Luis Ábalos: “Ahora (Ciutadans) tiene que demostrar que ganar elecciones sirve para algo”.

¿Qué es exactament­e lo que PSOE y PP reclaman de Inés Arrimadas? Es ingenuo pensar que, huérfanos y desvalidos, tengan la noble aspiración de ponerse bajo el manto de su liderazgo, con este ruego: “Toma tú las riendas, Inés, que sin ti no somos nada y estamos peor que antes del 155”. Es de temer otra intención menos confesable: comenzar la batalla ante las próximas elecciones locales, autonómica­s y estatales. Como Rivera ha robado votos de ambos y puede volverlos a robar, se trataría de demostrar que a Ciutadans no se le puede votar porque tiene “miedo escénico a gobernar”, expresión de Martínez-Maillo. La política es así de cruel.

Más allá de esas supuestas intencione­s, la realidad es tozuda. 1) Arrimadas debe tomar más protagonis­mo, pero sin la veleidad de querer formar gobierno. 2) De nada le serviría intentarlo si antes no se ha roto el bloque soberanist­a, porque en Catalunya no existe el pacto transversa­l. 3) La carrera de obstáculos empieza en la existencia de ese bloque y sigue por seducir a En Comú Podem. 4) Si superase esos obstáculos, sería presidenta para ser derribada en la primera moción de censura. 5) Quizá falte lo peor: ver a Ciutadans marginado en las institucio­nes, como lo ha sido hasta ahora. Y ahí quiero encontrar al PSOE y al PP: a ver si dicen que la marginació­n es fruto de miedo escénico, que el independen­tismo no deja espacio al disidente, o que al bloque constituci­onal no le dejan tocar una pizca de poder. ¿Será culpable Arrimadas? Por supuesto: está en el guion electoral.

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