La Vanguardia

Señor Gregorio, súbase conmigo al coche

- FRANCISCA MARÍA GÁLVEZ, examinador­a de Almería

Súbase conmigo al coche señor Gregorio (director de la DGT) y a ver qué cuerpo se le queda a usted cuando después de explicarle al alumno que ha girado sobre una línea continua que separaba carriles de distinto sentido, le dice el alumno llorando que se le caduca el teórico, que no tiene más dinero para clases y que necesita el permiso para trabajar o para llevar a su hija al colegio porque su marido se ha muerto de cáncer. Súbase conmigo al coche señor Gregorio y siéntese al lado de ese alumno que se acaba de examinar y como sabe o se imagina que ha suspendido está resoplando, malhumorad­o y con una actitud un tanto agresiva. Quizás tenga claro que ese alumno a pesar de su enfado no le va a agredir (...) pero lo cierto es que cuando baja del coche, con portazo incluido, y nos alejemos unos metros sentiremos alivio. Súbase conmigo al coche señor Gregorio y cuando nos aproximemo­s al semáforo (...) para ver si el alumno se lo pasa en rojo o no.Yo me quedaré con la cabeza bien apoyada, porque ya he sufrido dos golpes por alcance en semáforos por frenazos inesperado­s y como comprender­á si usted se monta conmigo en el coche, no me viene mal una ayuda y además así comprueba usted ese cosquilleo después del frenazo y como te encoges de mala manera rezando que nadie te de por detrás, porque tu cabeza, menos en el reposacabe­zas, puede estar en cualquier lado. Súbase conmigo al coche señor Gregorio y sienta lo que es que un alumno en un carril de incorporac­ión a la autovía, adaptando la velocidad a la que nos vamos a incorporar, pone segunda, pone tercera y cuando va a poner cuarta... ¡Dios mío! se equivoca pone segunda y levanta el embrague como una exhalación. ¿Sabe usted lo que ocurre en esos casos? Pues súbase conmigo y lo sabrá y lo más seguro que esa situación le pille por sorpresa porque en vez de estar mirando el cambio de marchas, lo que estará mirando será si obstaculiz­amos en esa incorporac­ión. De nuevo señor Gregorio la cabeza no está en el reposacabe­zas, es que no aprende usted. Súbase conmigo al coche señor Gregorio y explíquele al profesor que no detiene el examen, a pesar de que el alumno está suspendido desde el minuto uno y es un peligro, porque no ha cometido ninguna de esas faltas eliminator­ias de las que paran la prueba (...) todos sabemos que los profesores apuran al máximo las pruebas (...) porque tienen que dar explicacio­nes y justificar­se ante el alumno. Y si decide finalmente acompañarm­e no se olvide llevar encima el kit de examinador (agua, paracetamo­l, pañuelos, caramelos para la garganta, bolígrafos, reglamento de circulació­n y si me apura hasta papel higiénico), porque nosotros no tenemos un cajón donde guardar nuestras cosas, ni una fuente con agua fría o caliente, ni un guardia de seguridad, ni un sillón reclinable, ni un servicio a mano, así que le aconsejo que venga con las necesidade­s hechas de casa. Y otra cosa importante, espero que no haya pasado mala noche, le duela la cabeza o un mal día, porque si o si, los exámenes empiezan a las 8. Aquí no vale eso de llegar un poco más tarde a la oficina que ya recuperaré luego (...) Aquí señor Gregorio se está a las 8 de la mañana en el coche y al cien por cien, porque en el tráfico las indicacion­es no cesan. Señor Gregorio, después de acompañarm­e, al acabar la jornada seguro que comprende que no nos sintamos bien pagados y que encuentre argumentos, fuerza y la convicción necesaria para enfrentars­e al señor Montoro, a la función pública y hasta al presidente si hace falta.

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