De auxiliados a salvavidas
Proactiva Open Arms instruye refugiados a los que contrata como socorristas profesionales
El drama de los refugiados que arriesgan sus vidas para huir de los conflictos que asolan sus países, una vez a salvo en un país de acogida, se multiplica ante la complejidad de insertarse con garantías en una sociedad nueva y desconocida. Para ello, la organización no gubernamental de Badalona, Proactiva Open Arms y la Secretaria de Igualtat, Migracions i Ciutadania de la Generalitat han articulado un proyecto piloto que anhela la integración de las personas solicitantes de asilo que han llegado a nuestro país, a través de un curso de socorrismo que les permitirá obtener un contrato laboral en la misma empresa.
El curso fue diseñado para personas en situación de vulnerabilidad o en riesgo de quedar en una situación administrativa irregular por falta de contrato de trabajo. Personas demandantes de asilo que disponen de la tarjeta roja que les otorga el estatus de refugiado. Un perfil de personas que precisan una ocupación, un contrato que, a su vez, le permita mantener la vigencia de la tarjeta y poder iniciar el trámite para obtener la nacionalidad española, para lo que es preciso demostrar dos años de trabajo legal en el país.
Se trata de un curso subvencionado de socorrismo acuático ocupacional destinado exclusivamente a solicitantes de asilo y personas que corren peligro de caer en situación de irregularidad administrativa. “Cerramos el círculo”, dice Oriol Canals, de Proactiva, ya que “después de superarlo nos comprometemos a integrarlos en nuestra plantilla de socorristas de playas para la próxima temporada 2018”.
Los asilados que superen el curso firmarán un contrato indefinido fijo discontinuo. En la actualidad, la entidad da trabajo a más de 600 personas en playas de Catalunya y otras comunidades españolas, entre las que destacan Barcelona, Badalona, Alicante y Gran Canaria.
Los refugiados que han podido optar a esta formación reglada obtienen una titulación oficial, un certificado de profesionalidad de nivel dos “que les servirá de por vida” apunta el instructor. En Catalunya, la formación en salvamento y socorrismo es un ciclo formativo del Departament d’Ensenyament, o un certificado de profesionalidad que facilita el Departament de Treball a través de los cursos del Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC). A los alumnos se les abren nuevas oportunidades de inserción ya que la titulación obtenida con el curso de socorrista les permite acceder al itinerario formativo de Ensenyament que puede culminar en un ciclo formativo de grado superior de salvamento y socorrismo, e incluso acceder a la universidad.
Quince alumnos de procedencia tan diversa como Honduras, Ecuador, Colombia, Iran, Ucrania, Ru- sia, Gambia, Marruecos, Perú y Brasil, se someten cada día a una intensa jornada en la piscina del barrio de Llefià. La parte teórica se imparte en las aulas que la entidad social tiene en la plaza Pompeu Fabra. Al concluir, habrán realizado 120 horas de natación, un módulo de primeros auxilios con exámenes teóricos, otro de 60 horas de prevención de accidentes en espacios acuáticos naturales y el de salvamento y rescate acuático, para finalizar con 80 horas de prácticas de empresa.
Superadas todas las pruebas iniciarán el itinerario laboral en Proactiva Open Arms, paralelo a las selección de trabajo habitual. El proceso en la empresa les obliga a pasar otro curso y a realizar las prácticas, tras lo cual serán formalmente trabajadores de la empresa. Oriol Canal resume que la prueba piloto, pese a contar con un perfil tan concreto de alumnos “está funcionando perfectamente” por lo que no descartan impulsar nuevas iniciativas similares. “Estaremos encantados de repetir la operación” confirma.
Caso paradigmático, en el curso de socorrista, es el de Enrique, un hondureño de 32 años al que se le abre la única salida laboral legal desde que en el 2015 emigró de Tegucigalpa acompañado por su esposa, dejando atrás a su hijo de ocho años al cuidado de una abuela.
Su historia entronca con el drama de cualquier hondureño sometido a la violencia de las maras, las patrullas juveniles que asolan el país. Primero, se vio obligado a cerrar su negocio por la constante extorsión de las mafias juveniles: “Trabajábamos sólo para ellos”, resume. Constantemente amenazado de muerte, una noche fue testigo del asesinato de su amigo, presidente de una colonia vecinal que se había negado a dar el dinero que se destinaba al alcantarillado a las maras. A riesgo de correr la misma suerte, ha podido encontrado asilo en España y próximamente espera tramitar el arraigo para reunirse con su hijo. Agradecido por “la oportunidad que nos ha dado la vida” Enrique confirma que el curso “es una herramienta profesional muy importante que voy a aprovechar para salir adelante”.
Los refugiados sin contrato laboral corren el riesgo de perder el asilo
Proactiva adquiere el compromiso de integrar en plantilla a los que superen el curso
Los quince primeros alumnos son de diez nacionalidades distintas