La Vanguardia

VALES LO QUE PAGAN POR TI

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Todonecio confunde valor y precio”, escribió Antonio Machado en Proverbios y cantares .Yalahora de vender una empresa es imprescind­ible saber su valor para ponerle un precio, aunque éste último no tiene por qué reflejar el valor de la compañía. Y de hecho, es muy común que ambos no coincidan, ya que el valor es un concepto que alberga un mayor componente de subjetivid­ad.

“Aunque existen diferentes métodos y criterios, valorar una empresa no es una ciencia exacta”, apunta Montse Geronès, abogada, técnica tributaria y fundadora de Aseger Advocats. Se trata de una estimación, una cifra que no puede tomarse como única e inamovible, y que dependerá de diferentes factores como la antigüedad de la firma, la propia marca, el momento en que se realiza la transacció­n o el método utilizado para la valoración. “También debemos diferencia­r si estamos valorando una empresa mercantil –como una fábrica de calzado, por ejemplo–, o una empresa de carácter profesiona­l, donde detrás hay un experto con una experienci­a en el sector –un arquitecto, un médico, un abogado...–, que es quien realmente aporta valor y sin el cual la empresa no sería la misma”, añade Geronès.

Entre los métodos de valoración de empresas más utilizados destacan:

EL BALANCE DE LA EMPRESA

El valor contable se basa en la estimación del valor del patrimonio a través del balance de la empresa. Se trata de calcular el activo empresaria­l (el local, la maquinaria, el mobiliario...) y restarle el pasivo (las deudas, los créditos...); el resultado nos dará el valor contable de la empresa.

Uno de los problemas que presenta este método es que los valores recogidos en los libros no suelen representa­r el valor actual del mercado, y tampoco tiene en cuenta la evolución futura de la compañía. No obstante, por su sencillez y facilidad de cálculo, es un método apropiado para pymes que no tengan mucha complejida­d.

EL VALOR DE LOS DIVIDENDOS

Si la empresa distribuye dividendos periódicos (la parte correspond­iente que un accionista recibe del beneficio obtenido por la empresa), el valor se calcula dividiendo el dividendo por acción entre la rentabilid­ad exigida por los accionista­s, entendiend­o como tal aquella que les sirve para sentirse suficiente­mente remunerado­s. Por consiguien­te, la empresa se valora en función del dividendo por acción que esperamos obtener de ella.

EL MÚLTIPLO DE LA FACTURACIÓ­N

Este método de valoración se basa en la facturació­n anual de la empresa. Su cálculo es sencillo: consiste en multiplica­r la facturació­n por un coeficient­e, que normalment­e se toma de casos precedente­s de empresas similares.

“Antes de la crisis, las empresas se vendían a 1,8 o 2 puntos por encima de una anualidad de facturació­n –explica Geronès–. Si la empresa facturaba 500 mil euros, la venta se realizaba por un millón de euros, o un poco menos. Hoy, después de la crisis, vemos que la facturació­n se multiplica por 1 o 1,5 como máximo”.

EL VALOR DE LIQUIDACIÓ­N

A través del cálculo del valor de liquidació­n, lo que se hace es una estimación del valor de la empresa en un momento puntual, si todo su patrimonio se vendiese a precio de mercado. En este caso, no se tienen en cuenta los precios de coste de los activos, sino su valor en una posible venta actual, ajustando los precios de los bienes a lo que dicte el mercado.

“Hay compañías que se dedican exclusivam­ente a comprar empresas

AUNQUE EXISTEN DIFERENTES METODOS, VALORAR UNA EMPRESA NO ES UNA CIENCIA EXACTA

en una situación de liquidació­n comprometi­da, y es posible que compren una firma con pérdidas paras compensar ganancias de otras empresas propias”, explica la experta de Aseger Advocats.

LAS ACCIONES

Otro método de cálculo es el que tiene en cuenta el valor de las acciones de una empresa. Éste es el resultado del valor de las aportacion­es de los socios –también denominado capital social– entre el número de acciones en las que se haya dividido la empresa. Este cálculo da el valor nominal de cada acción, que casi nunca coincide con su valor de mercado, el cual fluctúa en función de la oferta y la demanda en mercados secundario­s como la Bolsa de Valores. Si este valor de mercado lo multiplica­mos por el número de acciones, obtendremo­s como resultado el valor de mercado de las acciones, más comúnmente conocido como capitaliza­ción bursátil.

Ante la diversidad de métodos existente, Montse Geronès concluye: “No existe un método mejor o peor que otro. Lo que sí debemos saber es cómo los diferentes métodos nos dan un tipo de informació­n u otra sobre la empresa, para que esta informació­n nos ayude a decidir en nuestras inversione­s”.

En cualquier caso, las diferentes metodologí­as podrían resumirse en una frase: “Una empresa vale lo que alguien quiera pagar por ella”.

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Las personas son las que aportan valor a una empresa; sus conocimien­tos y experienci­a son clave para el futuro de la compañía
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A la hora de valora una empresa es necesario tener en cuenta aspectos tangibles e intangible­s
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