Girona busca consolidar la figura del educador de calle
Tras un año, el servicio queda en ‘stand by’ a la espera de formalizar la contratación pública y hallar nueva financiación
Gerard observa, se acerca cauteloso a un grupo de jóvenes que juegan a pelota en la pista de la zona de Palau y les saluda. Pero el “hola, ¿cómo estáis?” que les dirige va mucho más allá de estas palabras. Gerard, que es uno de los tres educadores de calle de Girona, cuya función es crear vínculos con chicos y chicas que usan el espacio público durante muchas horas y provocan, en ocasiones, problemas de convivencia, escucha qué necesidades tienen y les da herramientas para que puedan integrarse en la sociedad.
Sin embargo, el proyecto, que se ha llevado a cabo durante este año y con “buenos resultados”, queda, de momento, en stand by. El motivo es que el Ayuntamiento ha puesto en marcha la maquinaria para hacer una contratación pública –y los trámites durarán unos meses– y, por otra parte, se está en conversaciones con la Obra Social La Caixa, entidad que colaboró este año, para conseguir de nuevo una dotación económica. En este tiempo serán algunos de los técnicos que trabajan en los equipamientos para jóvenes quienes asumirán estas funciones.
Los jóvenes a quienes va dirigido el servicio ni estudian ni trabajan. Los hay que hablan fuerte, tienen la música alta o ensucian plazas o calles. La mayoría están alejados de los recursos de inserción que ofrece el Ayuntamiento. “Se consideran fuera del sistema. No creen que forman parte de él ni que puedan hallar un trabajo normalizado. Romper estas convicciones forma parte del proceso”, destaca Gerard. “Nos dimos cuenta que muchos de ellos no se acercaban. Teníamos plazas para formar y no se ocupaban. Así que fuimos a ver dónde estaban y por qué no venían”, agrega Jordi Roura, responsable del programa de niños, adolescentes y jóvenes de los servicios sociales del Ayuntamiento.
El objetivo es acompañarles en su proceso personal para favorecer su retorno a itinerarios formativos, laborales o de crecimiento personal. El educador es para ellos una figura “de referencia”. “Les vamos capacitando, empoderando, para que puedan participar de su vida en sociedad de forma más capacitada, buscándose las respuestas y las soluciones. Que estén en la plaza no es el problema. El problema es cómo están en la plaza”, concreta Gerard, quien añade que “muchas
Interactúan con jóvenes conflictivos para evitar problemas de convivencia
veces sus comportamientos no suponen ningún delito”, con lo cual enviar la policía local no es la solución.
Cada barrio en el que se trabaja, como Palau o Sant Narcís, cuenta también con un local de referencia. Al de Palau acuden algunas tardes Rachid, de 15 años, o Yunes, de 22 años. Ambos destacan las múltiples actividades que se pueden hacer en este centro de Els Químics. “Juegos de mesa, cursos de guitarra, ping-pong... Pasamos bien el rato”, asegura Rachid.
Los jóvenes atendidos son de nacionalidades variadas. Los hay españoles, marroquíes, también hondureños o gambianos, entre otros. A la espera de las cifras de personas atendidas en este primer año de funcionamiento, la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, valora positivamente el proyecto. “Estamos muy satisfechos del trabajo del equipo en todo este tiempo, ya que la tarea de prevención que hacen es imprescindible. Es un trabajo 365 días en la calle detectando casos y atendiendo de manera individual o por grupos”.