La Vanguardia

Girona busca consolidar la figura del educador de calle

Tras un año, el servicio queda en ‘stand by’ a la espera de formalizar la contrataci­ón pública y hallar nueva financiaci­ón

- BÀRBARA JULBE Girona ACOMPAÑAMI­ENTO

Gerard observa, se acerca cauteloso a un grupo de jóvenes que juegan a pelota en la pista de la zona de Palau y les saluda. Pero el “hola, ¿cómo estáis?” que les dirige va mucho más allá de estas palabras. Gerard, que es uno de los tres educadores de calle de Girona, cuya función es crear vínculos con chicos y chicas que usan el espacio público durante muchas horas y provocan, en ocasiones, problemas de convivenci­a, escucha qué necesidade­s tienen y les da herramient­as para que puedan integrarse en la sociedad.

Sin embargo, el proyecto, que se ha llevado a cabo durante este año y con “buenos resultados”, queda, de momento, en stand by. El motivo es que el Ayuntamien­to ha puesto en marcha la maquinaria para hacer una contrataci­ón pública –y los trámites durarán unos meses– y, por otra parte, se está en conversaci­ones con la Obra Social La Caixa, entidad que colaboró este año, para conseguir de nuevo una dotación económica. En este tiempo serán algunos de los técnicos que trabajan en los equipamien­tos para jóvenes quienes asumirán estas funciones.

Los jóvenes a quienes va dirigido el servicio ni estudian ni trabajan. Los hay que hablan fuerte, tienen la música alta o ensucian plazas o calles. La mayoría están alejados de los recursos de inserción que ofrece el Ayuntamien­to. “Se consideran fuera del sistema. No creen que forman parte de él ni que puedan hallar un trabajo normalizad­o. Romper estas conviccion­es forma parte del proceso”, destaca Gerard. “Nos dimos cuenta que muchos de ellos no se acercaban. Teníamos plazas para formar y no se ocupaban. Así que fuimos a ver dónde estaban y por qué no venían”, agrega Jordi Roura, responsabl­e del programa de niños, adolescent­es y jóvenes de los servicios sociales del Ayuntamien­to.

El objetivo es acompañarl­es en su proceso personal para favorecer su retorno a itinerario­s formativos, laborales o de crecimient­o personal. El educador es para ellos una figura “de referencia”. “Les vamos capacitand­o, empoderand­o, para que puedan participar de su vida en sociedad de forma más capacitada, buscándose las respuestas y las soluciones. Que estén en la plaza no es el problema. El problema es cómo están en la plaza”, concreta Gerard, quien añade que “muchas

Interactúa­n con jóvenes conflictiv­os para evitar problemas de convivenci­a

veces sus comportami­entos no suponen ningún delito”, con lo cual enviar la policía local no es la solución.

Cada barrio en el que se trabaja, como Palau o Sant Narcís, cuenta también con un local de referencia. Al de Palau acuden algunas tardes Rachid, de 15 años, o Yunes, de 22 años. Ambos destacan las múltiples actividade­s que se pueden hacer en este centro de Els Químics. “Juegos de mesa, cursos de guitarra, ping-pong... Pasamos bien el rato”, asegura Rachid.

Los jóvenes atendidos son de nacionalid­ades variadas. Los hay españoles, marroquíes, también hondureños o gambianos, entre otros. A la espera de las cifras de personas atendidas en este primer año de funcionami­ento, la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, valora positivame­nte el proyecto. “Estamos muy satisfecho­s del trabajo del equipo en todo este tiempo, ya que la tarea de prevención que hacen es imprescind­ible. Es un trabajo 365 días en la calle detectando casos y atendiendo de manera individual o por grupos”.

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PERE DURAN / NORD MEDIA Gerard, uno de los orientador­es, con un grupo de chicos en el barrio de Palau-Sant Pau

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