El último hombre sin piedad
PEDRO OSINAGA (1936-2017)
Como curiosidad, pero también detalle significativo, Pedro Osinaga era el último superviviente del reparto de aquella mítica versión de Doce hombres sin piedad que hizo Televisión Española para su espacio teatral Estudio 1 en 1973. Osinaga era de la estirpe de Ismael Merlo, José Bódalo, José María Rodero... Actores teatrales que una televisión, por aquel entonces mucho más comprometida con el teatro, convirtieron en inmensamente populares.
A Osinaga se le sitúa equivocadamente entre los tradicionales de la escena madrileña. Pero era navarro de pura cepa y siempre hizo gala de ello. De hecho fue de los que más giraron por “las periferias” con su compañía. Rememoraba en El Periódico de Aragón que fue Paco Martínez Soria, con quien tuvo mucha relación, quien le recomendó en los años setenta, cuando empezaba a despuntar, que hiciera muchas giras, aunque entre el mundo teatral madrileño no estuviera bien visto. Sin embargo, salía mucho más rentable artística y económicamente. “Y Paco tenía razón, porque fuera de Madrid la gente acude más al teatro. Además, el público de fuera de Madrid se ríe más, porque los madrileños llevan una vida más agobiada”, añadía.
Así fue como Osinaga consiguió uno de los mayores hitos de las tablas españolas. Su versión de Sé infiel y no mires con quién, del dramaturgo inglés Ray Cooney, estuvo rodando durante catorce años ininterrumpidamente por toda España, entre 1971 y 1985 (en Barcelona estuvo entre 1981 y 1982). En total unas diez mil representaciones y más de ocho millones de espectadores.
Por poner en perspectiva su récord, en Barcelona Paco Morán y Joan Pera estuvieron cinco años representando La extraña pareja, e incluso así no llegaron al millón y medio de espectadores. Obra, por cierto, que también hizo Osinaga. Fue una de las últimas, en el 2006 junto a Joaquín Kremel.
Pero su etapa más famosa, la que coincidió con Sé infiel... ,ala que ayudó a seguir en cartel, fueron sus apariciones en Estudio 1. Empezó en 1970 en Don Juan Tenorio, en una representación que encabezaba Carlos Larrañaga y Emma Cohen. Le siguieron La vida privada de mamá, Los extremeños se tocan o Alta fidelidad, entre otras y en los diez años siguientes.
Sin embargo la más recordada es Doce hombres sin piedad, que dirigió Gustavo Pérez Puig. Fue todo un ejemplo de cómo sacar partido a un presupuesto ajustado y con apenas dos cámaras, cuando se tiene entre manos una obra redonda y unos actores impecables –a los ya citados cabe añadir a Jesús Puente, Sancho Gracia o Manuel Alexandre–. Junto con la versión de La muerte de un viajante, que interpretó José María Rodero en 1972, se considera la cumbre de aquel programa que popularizó el teatro durante más de dos décadas entre los espectadores de televisión.
Pedro Osinaga también hizo algunas apariciones en el cine, aunque en títulos poco destacables, meros ejemplos de la etapa de apertura y destape con la que coincidió, como Fulanita y sus menganos (1976) o Cuentos de las sábanas blancas (1977).
Menos conocida es su faceta como cantante. Su madre era profesora de piano en Pamplona y Osinaga fue a estudiar música en Madrid y allí debutó en la escena en 1957 interpretando zarzuela. Faceta que retomaría en 1979 en el programa de televisión Antología de la zarzuela.
Aunque superó hasta dos ictus en plena representación, ahora hacía una década que prácticamente había desaparecido de los escenarios. Un cáncer de próstata lo había alejado definitivamente. Pero aún asistía a estrenos de amigos o recogía premios honoríficos.
Tras su fallecimiento, la noche del viernes, ayer se sucedieron las condolencias, desde el ministro de Cultura, Méndez de Vigo, a un sinnúmero de colegas. Quizás el mejor resumen fue el de la Asociación de Amigos de Teatros Históricos de España: “Uno de los grandes caballeros de la escena española, no sólo por sus indudables dotes actorales, sino también por un encanto personal y señorío fuera de escena que le acompañó hasta el último día”.