El mapamundi de Francisco
Nuestros viajes dicen mucho de nosotros, y los papas no son una excepción. Aunque Pablo VI emprendió por primera vez viajes fuera de Italia, fue Juan Pablo II quien inauguró la era del papado global con desplazamientos intercontinentales en su largo pontificado de 26 años. Benedicto XVI, en proporción a la edad en que llegó a la silla de San Pedro y a la duración de su pontificado, también viajó bastante. Francisco se emplea a fondo en la travesía, y es interesante analizar los destinos que ha elegido hasta ahora.
Desde que Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013, ha realizado 20 viajes fuera de Italia, durante los cuales ha visitado en total 30 países, sin contar las visitas a la ONU en Nueva York, y al Parlamento Europeo y al Consejo de Europa en Estrasburgo. De esos 30 países, 9 eran asiáticos, 8 americanos, 6 europeos, 4 africanos, y 3 de Oriente Medio.
Fijémonos en los motivos concretos de esos desplazamientos. Si se excluyen los viajes vinculados a acontecimientos de calendario o a la tradición, que cualquier otro Papa también hubiera realizado (así, Francisco acudió al centenario de Fátima el pasado mayo; a las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro y Cracovia en 2013 y 2016, y de la Juventud Asiática en Corea en 2014; en peregrinación a Tierra Santa en 2014; y a la Jornada Mundial de la Familia en Filadelfia en 2015), y las visitas a las sedes de la ONU y de instituciones europeas, lo que emerge en el mapamundi del Pontífice es la prioridad por las zonas que sufren problemas de envergadura.
El propio Francisco admite que, ante las invitaciones que ha ido recibiendo se ha dejado llevar, como relata en un libro-entrevista publicado el pasado enero en Italia, In viaggio (ed. Piemme), de Andrea Tornielli, vaticanista del diario italiano La Stampa. “He preferido privilegiar países a los que podía aportar una pequeña ayuda, fomentar a quienes, a pesar de las dificultades y los conflictos, trabajan por la paz y la unidad. Países que están, o han estado, en graves dificultades”, arguye Bergoglio. Podría puntualizarse, porque salta a la vista, que el Papa argentino tiene muy presentes los territorios en los que los cristianos son minoría, y precisan un respaldo especial.
De su cuaderno de viaje podemos señalar estos países que ha visitado y que encajan en esos criterios fundamentales: Sri Lanka y Filipinas; Ecuador, Bolivia y Paraguay; Cuba; Kenia, Uganda y la República Centroafricana; México; Armenia; Georgia y Azerbaiyán; Egipto; Colombia; y, en su última salida, Birmania y Bangladesh. En este segundo país, se reunió con refugiados rohinyás, pueblo musulmán perseguido en Birmania. En algunos
El Papa prioriza viajar a países en dificultades, con problemas graves, o que sufren violencia, para llevar aliento. Pero Europa está quedando algo arrinconada
casos, esos viajes implicaban riesgo para el propio peregrino pontificio, quien lo asumía incluso con humor. En el vuelo que le llevó a la República Centroafricana, Francisco bromeó: “Sólo tengo miedo de los mosquitos”, según contaron después los periodistas que iban a bordo del avión. Con todo, la peligrosidad le obligó a desistir de viajar a Sudán del Sur y a la República Democrática del Congo. Por motivos geopolíticos, China y Rusia, destinos anhelados por sus predecesores en el papado, continúan sin materializarse.
En este esquema de viajes, Europa está quedando algo arrinconada. En sus cuatro años y casi diez meses de pontificado, Francisco no ha visitado ninguna gran capital europea, si bien suele insistir en la defensa de los valores europeos. Así lo dio a entender también en su visita al Parlamento Europeo y al Consejo de Europa en noviembre de 2014.
En realidad, de sus seis destinos europeos, tres responden a la lógica de “estar, o haber estado, en graves dificultades”. En septiembre de 2014 viajó a Tirana (la dictadura de Enver Hoxha produjo mella en el país); en junio de 2015 a Sarajevo (las guerras yugoslavas de los años noventa dejaron en los Balcanes un terrible poso y una urgencia de restañar heridas); y en abril de 2016 a Lesbos (en pleno drama de los refugiados). Sus otros tres viajes europeos han sido para acontecimientos de calendario: fue a las citadas Cracovia y Fátima; y a Suecia a finales del año pasado (estuvo en Malmö y Lund), para conmemorar con la Federación Luterana Mundial el inicio del quinto centenario de la Reforma protestante.
Dentro de dos semanas, el primer viaje de 2018 le llevará nuevamente a lugares alejados del Vaticano y de Europa: del 15 al 22 de enero, el argentino Francisco viajará a Chile y a Perú. Y a la vista en su agenda, Europa emerge sólo en otra cita ligada a un acontecimiento (Dublín, para la Jornada de la Familia en agosto de 2018); y en un viaje a la República Checa (país donde escasean los creyentes, por lo que precisan su apoyo), probablemente la próxima primavera. Así funciona la geografía del papa Francisco.