La Vanguardia

Parlamento naranja

La fragmentac­ión parlamenta­ria y el alza de Cs en el escenario estatal se iniciaron antes del 21-D, mientras el electorado se alejaba de la izquierda

- CARLES CASTRO Barcelona

Los últimos datos del CIS reflejan el importante avance de Ciudadanos en el Parlamento español a costa del PP.

El mapa electoral de España se rompe. Y es posible que, una vez más, Catalunya tenga mucho que ver en ello. No en vano, el partido que ha venido experiment­ando un mayor avance en sus expectativ­as de voto –ya incluso antes de su éxito en las autonómica­s del 21 de diciembre– es Ciudadanos, la formación liberal nacida en Catalunya como principal antagonist­a del catalanism­o y el nacionalis­mo. Sin embargo, lo más relevante de la deriva que reflejan las últimas estimacion­es de voto del Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS), realizadas a lo largo de este otoño, es el incremento de la fragmentac­ión electoral y parlamenta­ria a costa del retroceso o el estancamie­nto de los dos grandes partidos tradiciona­les: PP y PSOE. Paralelame­nte, y aunque a través de un deterioro muy lento, también pierde gas uno de los partidos revelación del 2015, Podemos (ahora Unidos Podemos tras su coalición con IU), que cede casi tres puntos en cuota electoral y un mínimo de 12 escaños (que podrían llegar a 16 según como se resolviera­n los restos en varias provincias). Es decir, en línea con su descenso en Catalunya.

Ahora bien, es el espectacul­ar avance de Cs lo que altera profundame­nte el mapa parlamenta­rio español. La formación que capitanea Albert Rivera mejoraría hoy su resultado del 2016 en más de cuatro puntos, lo que podría traducirse en un incremento de entre 24 y 27 escaños (ver gráfico). El “extremo centro españolist­a” que encarna Cs se pondría a la par que la izquierda radical de Unidos Podemos, que cosecharía menos de 60 escaños. Y lo más destacado: el crecimient­o de Ciudadanos –en votos y diputados– se produciría a costa del Partido Popular. Los populares –que parecían volver al cielo hace un año cuando la proyección del CIS los situaba en torno a los 150 escaños– perderían ahora entre 20 y 25 asientos con relación a los que obtuvieron en junio del 2016. Es decir, más del 80% de los que sumaría Ciudadanos y un eco amortiguad­o del naufragio popular en el escenario catalán.

La izquierda, por su parte, vería reducido su capital parlamenta­rio hasta poco más de un total de 150 escaños. La tímida recuperaci­ón del PSOE (incluso aunque fuese algo superior a la del PSC el 21-D o a la que le brinda la estimación oficial del CIS y que podría situar al socialismo por encima del 25% de los sufragios) apenas le serviría para mejorar su resultado del 2015 (sólo entre tres y seis escaños más, aunque supondrían entre ocho y 11 más que en los comicios del 2016, pero sin superar en ningún caso la barrera de los cien diputados).

De hecho, los socialista­s se limitarían a absorber gran parte de las pérdidas de Podemos, aunque Cs lograría arañar también alguno de los escaños perdidos por la formación morada. De ese modo, la actual correlació­n entre centro derecha e izquierda (con 169 diputados para PP y Cs, y 156 para PSOE y Podemos) podría verse sustituida por una mayoría reforzada (absoluta incluso) de populares y Ciudadanos. PP y Cs sumarían hasta 177 escaños (aunque su cómputo total podría quedarse por debajo de los 174) frente a los entre 148 y 155 que reunirían Sánchez e Iglesias.

En cualquier caso, junto al pírrico avance del PSOE y la contracció­n de la izquierda en su conjunto, el factor que completa la imagen de fragmentac­ión del mapa parlamenta­rio español lo generaría el retroceso del PP. Con un descenso de 5,3 puntos (que podrían ser casi seis según otro “cocinado” del voto directo del CIS), el partido de Rajoy se movería en una horquilla en torno a los 117 escaños, con un máximo de 120 pero un mínimo de 112. Es decir, en ese escenario los populares podrían perder incluso su capacidad de vetar una reforma constituci­onal en el improbable supuesto de que el resto de la Cámara se pusiera de acuerdo en una propuesta.

En consecuenc­ia, sólo el avance del espacio de centro derecha a través de Ciudadanos (cuyo porcentaje de voto podría crecer hasta seis puntos según otra estimación del mismo sondeo) conjuraría el fantasma de la ingobernab­ilidad. Eso sí, a un precio políticame­nte muy elevado.

Por un lado, el viraje de Cs hacia el centro derecha y su inocultabl­e ambición de disputarle la primacía al PP en ese espacio, alejan la posibilida­d de una alternativ­a de centro

AVANCE DEL CENTRO DERECHA El PP podría perder más de 20 escaños, pero también sumar mayoría con Cs, que ganaría 25

CONTRACCIÓ­N DE LA IZQUIERDA La mejoría del PSOE no cubre las pérdidas de Podemos y entre ambos reunirían 150 diputados

e izquierda, con el PSOE como socio (tal y como ya ensayaron Pedro Sánchez y el propio líder de Cs en la primavera del 2016). Es decir, el liberal Rivera se ha condenado a apoyar a los populares, aunque los réditos facturable­s de ese respaldo pueden crecer en la misma medida en que Ciudadanos se convierta en único socio posible del PP (y competidor directo) para sumar la mayoría absoluta en el Congreso.

Finalmente, y por otro lado, el inaplazabl­e diálogo territoria­l (con Catalunya como principal asignatura pendiente) podría verse dificultad­o si un partido neocentral­ista como Ciudadanos se convirties­e en la única llave de la mayoría absoluta. Sobre todo si, como parece, la formación de Rivera explota los conflictos territoria­les para arrebatarl­e votantes al PP por el flanco más españolist­a.

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