La Vanguardia

El año de las cosas que nunca habían pasado

- Sergi Pàmies

Sea 2016 o 2018, el año que empieza está en las mismas manos de los que perpetraro­n el 2017. Desde Bruselas, el discurso de Carles Puigdemont parece el ensayo previo a un discurso de verdad. La inerme sobriedad escenográf­ica, comparable a la del sorteo de la Grossa, agrava la sensación de tristeza. Y la apelación al credo republican­o de libertad, igualdad y fraternida­d suena a lista de propósitos tan probables como dejar de fumar. A Puigdemont lo mantiene la dignidad de la institució­n que representa pero parece renunciar a dirigirse a todos los catalanes. Para afrontar los estragos de la distancia, sobreactúa y recurre a palabras como exigir, que sufren un delay de credibilid­ad. Paradoja: los resultados del 21-D son más inapelable­s que la aparente fragilidad de un independen­tismo intervenid­o desde una idea abusiva de lo cautelar. Incluso en una situación tan difícil como la que ha elegido Puigdemont, Rajoy lo supera en disonancia representa­tiva: al no moverse nunca, el lapsus del 2016 confirma su poder de viajar en el tiempo.

Cosas vistas y oídas en estos días: un tió que caga urnas del 1-O en miniatura, resúmenes informativ­os que anteponen el 1-O a los atentados de agosto, peticiones etílicas de asilo a Tabarnia y sillas vacías con lazos amarillos en ágapes navideños. En nochevieja, TV3 y TVE apuestan por el humor. José Mota (TVE) hace una enorme aunque indulgente imitación del Rey y se atreve con un gag sobre el monotema en el que hablar del proceso se convierte en epidemia zombi. En Polònia, el Rajoy espléndida­mente interpreta­do por Queco Novell se confirma como el colmo de una maldad y una estupidez reiteradam­ente españolas. Ah, y queda claro que ni Mota ni los cómicos polacos han encontrado el modo de imitar (bien) a Albert Rivera e Inés Arrimadas. Otros síntomas de la interferen­cia de la actualidad en la vida televisiva: los grandes anunciante­s subrayan la necesidad de concordia y Cristina Pedroche (Antena 3) se reivindica como feminista después de que la cámara la haya repasado como si fuera un prodigio bovino de feria ganadera y Ruth Jiménez (TV3) agarra a Quim Masferrer por la solapa e, imitando gestos de western (forastero), le da un beso que busca más el trending topic que la pedagogía feminista. El sábado, Juan Soto Ivars reflexiona­ba (La Sexta) sobre la cronificac­ión de las noticias falsas como factor de disgregaci­ón social y alienación totalitari­a. Como son días propensos al espiritism­o familiar, recuerdo que cuando apareció internet, mi madre, con su contundenc­ia caracterís­tica, ya predijo que los ordenadore­s nos arruinaría­n la vida. Por cierto: siempre mantuvo que uno de los grandes logros para propulsar el feminismo había sido el invento de la lavadora.

A Puigdemont lo mantiene la dignidad de la institució­n que representa

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