La estabilidad va para largo
Sea cual fuere la composición de la Mesa del Parlament el próximo día 17, tengamos o no tengamos gobierno en los plazos previstos por el Estatut, sea Puigdemont o Junqueras el próximo president, la estabilidad política en Catalunya tardará tiempo en recuperarse.
Las elecciones fueron anómalas porque fueron convocadas por el presidente Rajoy invocando el artículo 155 de la Constitución provocado por la declaración unilateral de independencia en forma de república. La anomalía fue más desconcertante todavía con una campaña electoral con un presidente huido a Bélgica y un vicepresidente encarcelado por orden de la Audiencia Nacional. La mitad del gobierno en el extranjero y la otra mitad en prisión. Los dos partidos independentistas rozaron la mayoría absoluta de escaños (66) y necesitarán para la investidura el apoyo de la CUP, que perdió seis de los diez diputados que tenía en la anterior legislatura.
Los resultados mostraron un país dividido. La victoria de Ciudadanos como partido más votado y con mayor número de diputados es un síntoma de la fractura política del país. Ante las prisas radicales de los independentistas ha surgido una fuerza que se aparta del que fue el catalanismo político histórico.
Los partidos puente entre las dos posiciones no son necesarios para la investidura o para formar gobierno. El PSC de Miquel Iceta mejoró los resultados con un diputado más y los Comuns de Xavier Domènech perdieron tres escaños, una señal de alarma a Pablo Iglesias y Ada Colau para las próximas elecciones. Fue un error desplazar a Coscubiela y Rabell.
Los ingleses suelen describir esta situación como un hanging Parliament, un Parlamento colgado, inestable e inseguro que acostumbra a desembocar en nuevas elecciones. No parece que sea el caso porque el independentismo,
Los secesionistas saben los costes de una ruptura unilateral y Rajoy tendrá que hacer política sin los jueces
al margen de quien sea el president y sus consellers, se aferrará a esta exigua mayoría para seguir gobernando. ¿Para hacer qué?
Esta es la pregunta que no tiene respuesta. Seguir la vía unilateralista no parece probable. Incluso una facción de la CUP admite que la situación no ha madurado lo suficiente. Regresar a la vía estatutaria puede ser difícil para Carles Puigdemont después de las proclamas diarias que ha hecho desde Bélgica. Junqueras, según me cuentan fuentes cercanas a él, estaría más en la línea de gobernar, aparcar la estrategia independentista, ganar un apoyo más amplio socialmente y esperar una ocasión más propicia.
El nuevo Govern tendrá que gobernar para todos y recuperar el impulso político, económico y cultural que ha quedado maltrecho después de los acontecimientos recientes. Habrá que primar la realidad sobre las ilusiones y las fantasías. Catalunya no puede permitirse otra legislatura yendo a la greña con España y sin ser escuchada en Europa. Rajoy no puede dejar a la justicia que haga la política. Y el independentismo tendrá que calcular mejor los costes de una ruptura unilateral.