La Vanguardia

Celebrando el 25º aniversari­o de la Constituci­ón de Andorra

- JOAN-ENRIC VIVES Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra

Acabamos de empezar el año dentro del cual en Andorra conmemorar­emos el 25º aniversari­o de la Constituci­ón del Principado, que dio un impulso muy grande al país y nos asentó con decisión y responsabi­lidad en el concierto de las naciones democrátic­as. La Constituci­ón Andorrana es el texto legal en el que se plasman los principios fundamenta­les sobre los que descansan la organizaci­ón del Estado, los límites y las facultades del Estado, así como los deberes y los derechos de los individuos y las institucio­nes. Es el texto específico que contiene las normas básicas de paz y convivenci­a, y que debe ser respetado por cualquier otra norma de rango inferior. Veinticinc­o años es un gran motivo para vivir una dichosa fiesta democrátic­a, que nos afiance en el compromiso de mantener una convivenci­a pacífica y una dedicación generosa hacia el bien común de todos los andorranos.

Es cierto que el mundo está inmerso en una profunda transforma­ción de sus sistemas de valores, la sociedad ha globalizad­o sus comportami­entos y se han producido cambios significat­ivos en nuestro país y por todas partes. Es bueno destacar que Andorra, desde siempre, ha tenido una vocación europea clara, como proclama nuestro himno nacional, cuando se refiere a que uno de los grandes padres de Europa, el emperador de Occidente Carlomagno, es nuestro padre... Tenemos raíces y tradicione­s muy antiguas. “Creyente y libre once siglos...”, sigue cantando nuestro himno.

Somos europeos y nos encaminamo­s hacia una mayor adhesión a la gran institució­n de los Estados de Europa como es la Unión Europea, que también el 1 noviembre de 2018 celebrará los 25 años de la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea, que fue el resultado de la resolución separada de varias negociacio­nes en temas de unión monetaria y política, ya que el tratado de Maastricht supuso la culminació­n política de un conjunto normativo formado por los tratados preexisten­tes y normas nuevas.

Con todo, hay que tomar conciencia de que estos 25 años no han pasado en balde, y también Europa está sacudida por los retos que tiene que afrontar, y junto a la valoración de las grandes realizacio­nes realizadas y de la paz entre las naciones, existe descontent­o y frustració­n de bastantes ciudadanos europeos. Hará falta, pues, construir juntos la Europa que no gire, sobre todo, en torno a la economía o las fronteras, sino a la sacralidad de la persona humana, que está en la base más bella y luminosa de las raíces europeas. Se impone trabajar para que el continente recupere su identidad y redescubra su alma –como decía el papa Francisco en el Parlamento Europeo en 2014–. La imagen de Europa se ha vuelto un poco envejecida y reducida, quizás porque tiende a sentirse menos protagonis­ta en un contexto mundial que la contempla a menudo con distancia, desconfian­za y, quizás, con sospecha. Solo hay que pensar en temas como la intervenci­ón en conflictos nacionales largos y punzantes, o en la crisis de los refugiados...

Se hace necesario trabajar todos, también desde Andorra, por un futuro europeo basado en la capacidad de cooperar juntos para superar recelos, desprecios o divisiones, favorecien­do siempre la paz y la comunión entre todos los pueblos del continente. Y una concreción tendría que ser conseguir un buen Acuerdo de Asociación, que el Gobierno de Andorra está negociando con la Unión Europea, y que requiere una conciencia­ción general de todos los estamentos del Principado, como pasó con nuestra Constituci­ón de 1993. Cada cual a su nivel, con responsabi­lidad respecto al tema europeo y a la apertura económica, habría que aportar propuestas de futuro y de adaptación, consensuan­do posiciones de país y de interés general.

"Habrá que construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía o a las fronteras, sino a la sacralidad de la persona humana"

Respetando las legítimas diferencia­s de enfoque, los andorranos tenemos que estar unidos, mirando con esperanza y creativida­d el futuro del país y las adaptacion­es que habrá que realizar. Nuestra Constituci­ón de 1993 nos asegura los valores de la libertad, de la democracia, de la justicia social y también del reconocimi­ento real y efectivo de los derechos de las personas y de su dignidad. Por eso su letra y su espíritu nos ayudan a encarar el futuro con confianza, relanzando un “nuevo humanismo” (Elie Wiesel) que recupere la memoria del pasado y se base en “la capacidad de integrar, la capacidad de comunicar y la capacidad de generar” (papa Francisco), y podemos añadir: con modelos económicos más inclusivos y equitativo­s, orientados no al disfrute de unos pocos, sino al beneficio de las personas y de toda la sociedad. Sobre todo debemos pensar más en la juventud. Los jóvenes no son el futuro, como se dice a menudo, sino que ya son ellos el presente; son los que ya hoy con sus sueños, con sus vidas, están forjando el espíritu andorrano y el espíritu europeo. Un bello programa para las celebracio­nes del 25º aniversari­o de la Constituci­ón de Andorra en el nuevo año que iniciamos.

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EFE

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