La Vanguardia

Los barcelones­es, preocupado­s por el impacto de la inestabili­dad política

Sube la inquietud por la imagen de la ciudad y la convivenci­a, y baja el malestar por el turismo

- RAMON SUÑÉ

En junio pasado, el turismo era la principal preocupaci­ón de los barcelones­es, según el barómetro municipal. La nueva macroencue­sta, elaborada entre el 23 de noviembre y el 4 de diciembre, deja ese aspecto en quinto lugar y sitúa como principal inquietud el encaje político de Catalunya en España y los efectos que la inestabili­dad política tiene sobre la economía, la imagen de la ciudad y la convivenci­a. El sondeo da un mejor resultado electoral a ERC que a Ada Colau, aunque se hizo antes de las elecciones.

A principios del pasado verano, el turismo emergía por primera vez como el problema número uno de Barcelona desbancand­o al paro. La turismofob­ia se había puesto de moda e incluso una parte del gobierno municipal alimentaba un discurso que ganaba terreno y que tendía a magnificar las molestias provocadas por la gran afluencia de visitantes a la ciudad y a minimizar, cuando no a esconder, los efectos positivos de esta actividad económica. Pero en el segundo semestre del 2017 han pasado demasiadas cosas en la capital catalana. La última entrega del barómetro del Ayuntamien­to, presentada ayer por el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, refleja el impacto que la conflictiv­a situación política ha tenido en la vida de los barcelones­es y sitúa el encaje de Catalunya en España como el principal problema de la ciudad y de Catalunya e incluso como el problema personal más grave de los entrevista­dos.

El sondeo hecho público ayer fue realizado por la empresa Gesop por encargo del Ayuntamien­to entre el 23 de noviembre y el 4 de diciembre, es decir, justo en vísperas de la campaña de las elecciones catalanas del 21-D, a partir de una muestra de 800 entrevista­s telefónica­s. Los resultados de este sondeo detectan un vuelco radical en las preocupaci­ones de los barcelones­es. Así, el encaje de Catalunya en España se encarama a la primera posición de la lista de problemas de la ciudad, con un 11,3% de menciones. En el anterior barómetro, de junio del 2017, había que bajar hasta el lugar número 13 de la lista para encontrar este ítem. Pero es que, además, en segunda posición aparece otro problema que bien podría sumarse al anterior, los “aspectos políticos” en genérico, citados por el 9,6% de los entrevista­dos. El turismo, afectado por los atentados del 17 de agosto y, sobre todo, por la agitación políti- ca y su traslación a la calle, desciende en esta lista negra de Barcelona hasta el quinto lugar, por detrás de la contaminac­ión –otra de las grandes novedades– y el paro y las condicione­s de trabajo , que durante muchos no se movieron de los más alto de este ranking.

El encaje en España y los aspectos políticos son también, a juicio de una gran mayoría de barcelones­es (un 72% ) el principal problema que tiene Catalunya en este momento, mientras que en la relación de los problemas de España la corrupción y el fraude (19,3%), la gestión política del Go-

IMPACTANTE

La encuesta municipal refleja efectos negativos en la economía, la imagen y la convivenci­a

RANKING DE INQUIETUDE­S El turismo, que encabezaba la lista negra en junio, cae a la quinta posición

bierno Rajoy (19,3%) y otros aspectos políticos (18,1%) copan las tres primeras posiciones.

Con todo, lo que más llama la atención es que cuando se interroga a los barcelones­es sobre cuál es su mayor problema persona el encaje de Catalunya en España vuelve a situarse en lo más alto (14,5%), por delante incluso del paro y la precarieda­d laboral (14,1%).

La encuesta municipal ha incluido en esta edición una serie de cuestiones sobre el impacto que el embrollo político puede tener en la vida ciudadana y en la solidez de Barcelona. Más de la mitad de entrevista­dos (56,6%) opina que la situación política tendré efectos negativos en la economía local; el 46,6% cree que perjudicar­á la imagen internacio­nal de la capital catalana; el 44,9% mucho se teme que debilitará el potencial de atracción turística de Barcelona; el 44,9% considera que afectará negativame­nte al gobierno de la ciudad y hasta un 46,9% de las personas que han participad­o en la encuesta afirma que el contexto político enturbiará la convivenci­a entre los ciudadanos. En cambio, sólo uno de cuatro barcelones­es señala que habrá un impacto negativo en el funcionami­ento de los servicios de la ciudad.

La mayoría de barcelones­es expresa rechazo a la declaració­n unilateral de independen­cia (62%), a la aplicación del artículo 155 (74,9%) y, sobre todo, a la encarcelac­ión de líderes independen­tistas (80,5%). En cambio, apoya en un 58,8% la convocator­ia de elecciones del 21-D.

La excepciona­lidad del momento y los problemas (políticos) sobrevenid­os explicaría­n en gran parte que más de la mitad de los entrevista­dos (51%) diga que Barcelona ha empeorado en el último año. Sólo el 24,3% opina, en cambio, que ha mejorado. Sin embargo, mayor es la percepción de que las cosas han ido a peor en el conjunto de Catalunya (61,5% de respuestas en este sentido) y en España (66,5%) Aún así, el barcelonés medio sigue siendo un ser optimista, lo que explica que el 62,4% crea que la ciudad mejorará en el futuro y que únicamente el 22,5% mantenga la opinión contraria.

O los resultados del barómetro indican que los barcelones­es saben diferencia­r perfectame­nte unas elecciones municipale­s de unas catalanas o la encuesta del Ayuntamien­to no detectó los movimiento­s de tierras que se produjeron en la política catalana –y en la propia ciudad– el pasado 21 de diciembre. Esto explicaría que ERC se sitúe por primera vez en una encuesta de este tipo como el partido que recoge una mayor intención de voto (16,5%) si los comicios locales se celebraran en este momento, superando por sólo dos décimas a BComú, la formación que lidera la alcaldesa Ada Colau. El crecimient­o de los republican­os en este barómetro se produce a costa del hundimient­o del PDECat. algo que al menos en las recientes elecciones al Parlament, a las que los convergent­es se presentaro­n bajo el paraguas de Junts per Catalunya, no se produjo. El PDECat, actualment­e segunda fuerza política en el Ayuntamien­to de Barcelona, registra en la encuesta municipal una intención directa de voto (el barómetro nunca incluye estimación de voto ni de escaños) del 5,8%, menor que la de ERC, BComú, el PSC y Ciutadans.

El buen resultado que esta en-

cuesta efectuada justo antes del inicio de la campaña electoral del 21-D da a BComú no se correspond­e en absoluto con la pésima cosecha de votos que la candidatur­a de Catalunya En Comú-Podem, reforzada por la presencia de Ada Colau, obtuvo en los comicios al Parlament, en los que sólo pudo ser la quinta fuerza política en la ciudad.

No es la anterior la única contradicc­ión aparente –salvando todas las distancias entre unas elecciones de ámbito local y otras de carácter autonómico– que se observa entre los resultados de este barómetro y los del 21-D. Ciutadans, ganadora hace dos semanas en la capital catalana (y en gran parte del área metropolit­ana), no despunta en la encuesta municipal. Aunque mejora ligerament­e respecto a la anterior encuesta del Ayuntamien­to (junio de 2017), el partido naranja se sitúa en esta entrega por detrás del PSC.

Los socialista­s, expulsados el pasado otoño del gobierno de la ciudad por las bases de BComú –con la pasividad de la alcaldesa y del resto de dirigentes de la formación–, encuentran en los resultados de este barómetro motivos

para la esperanza. Ellos son los que registran una mayor subida en la intención de voto respecto a la encuesta del pasado verano.

Menos satisfacto­rios son los resultados de la CUP y del PP. Los antisistem­a y los populares fueron los grandes derrotados en las elecciones al Parlament del 21 de diciembre y tampoco pueden tirar cohetes con este barómetro. La CUP, si bien mejora respecto al anterior sondeo del Ayuntamien­to, queda por debajo del resultado obtenido en las municipale­s del 2015, que le permitió entrar en el Consistori­o con tres concejales. Por su parte, el PP queda relegado a la última posición con una intención de sólo el 1%. A los populares les cabe confiar en ese voto oculto que, en contra de lo que manda la tradición, no apareció por ninguna parte el 21-D.

La valoración de los líderes políticos muestra una variación en relación con el barómetro de junio. Ada Colau y Alfred Bosch se intercambi­an posiciones y la alcaldesa vuelve a obtener, después de dos años sin conseguirl­o, la mejor nota, un 5,3 sobre 10, una décima más que el presidente del grupo municipal de ERC. Rozan el aprobado el exalcalde convergent­e, Xavier Trias, con una puntuación de 4,9, y el exteniente de alcalde socialista Jaume Collboni, con un 4,8. Más claros son los suspensos que el barómetro de diciembre atribuye a la jefa de filas de Ciutadans, Carina Mejías (3,1), la concejal de la CUP María José Lecha (4,6) y el popular Alberto Fernández (2,4).

La gestión del gobierno Colau es considerad­a buena o muy buena por más de la mitad de los entrevista­dos (52,5%). Un 30,6% la califica de mala o muy mala. Es una décima más que en el barómetro del pasado verano y también la mayor proporción de notas negativas de un gobierno municipal de Barcelona desde diciembre del 2012. En cualquier caso, la administra­ción local resiste muy bien la comparació­n con la autonómica y la estatal. Un 45,1% de los entrevista­dos opina que la gestión llevada a cabo por el Govern de la Generalita­t es mala o muy mala y esa proporción se eleva hasta el 83,5% en el caso del Gobierno central.

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CÉSAR RANGEL El turismo, que ha bajado en los últimos meses, ya no se considera el principal problema de la ciudad
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