Tiempo de dietas
Tan tradicionales como las opíparas comilonas navideñas son las dietas posteriores, una abstinencia para la que Quim Monzó ha encontrado una buena solución: “Apuntarse a la Legión, el cuerpo de élite fundado por aquel gran militar que fue Millán-Astray. Ayer se supo que el Ejército ha decidido someter a sus legionarios a un plan exhaustivo que pretende reducir el sobrepeso de muchos de ellos”.
Pues ya lo tendríamos. Mañana es día de Reyes y con la comida de ese día (roscón incluido) se acaban las celebraciones navideñas. Y empiezan, pues, los lamentos anuales por los kilos que se han ganado, y la decisión consecuente de adelgazar. –No debería haber comido tanto. Pues la solución es fácil: apuntarse a la Legión, el cuerpo de élite fundado por aquel gran militar que fue Millán-Astray. Ayer se supo que el Ejército ha decidido someter a sus legionarios a un plan exhaustivo que pretende reducir el sobrepeso de muchos de ellos. Son más de tres mil y los michelines abundan. El documento interno en el que se especifica este plan lamenta que los legionarios no tienen preparadores físicos ni dietistas y que su entrenamiento (carrera continua y poca cosa más) es tedioso y hace que se aburran. Denuncia la falta de una preparación física diversa y motivadora, alerta de que hay una sensación general de conformismo ante el sobrepeso y sospecha que “puede haber detrás un problema de carácter cultural, patológico o incluso psicológico”.
O sea que los tres mil pasarán por exámenes médicos que permitirán saber la
Mañana se acaban las comilonas navideñas y empiezan los lamentos por los kilos ganados
masa corporal de cada uno de ellos. Si tienen un índice de 27-30 (sobrepeso) serán objeto de un seguimiento anual. Si es de 30-35 (obesidad leve) el seguimiento será semestral. Si es de más de 35 (obesidad media o severa), trimestral. Se trata de que pierdan entre medio kilo y un kilo cada semana. Lo harán a base de planes específicos y de una dieta que consistirá en:
–Desayuno: yogur y pieza de fruta. –Almuerzo a media mañana: tostada, pieza de fruta, y café o infusión.
–Comida: ensalada, segundo plato, postre (fruta o yogur) y barrita de pan.
–Merienda: leche o infusión, fruta, barrita de pan y Actimel.
–Cena: verdura hervida o ensalada, y algo a la plancha.
No podrán mirar la tele mientras cenan, y se fijará un tiempo mínimo de veinte minutos para cada comida. Si haces régimen, comer deprisa es uno de los grandes problemas; díganmelo a mí. El alcohol también queda prohibido. Sólo podrán tomarlo de forma esporádica. (Queda por determinar cómo se concreta esa esporadicidad.) La parte más dolorosa son las sanciones a los que no consigan bajar de peso. Les quedará prohibido participar en desfiles y actos como juras de bandera o procesiones de Semana Santa, y no podrán ser condecorados. Si, pasado un año desde el inicio del plan de adelgazamiento, no han bajado de peso, podrán expulsarlos de la Legión, una amenaza que recuerda a la que en primavera recibieron las azafatas de Aeroflot a las que avisaron de que o adelgazaban o a la calle. Pero es evidente que una cosa son las azafatas de una compañía aérea y otra muy diferente estos hombres bruñidos que se han hecho a si mismos a base de corear “soy un hombre a quien la suerte / hirió con zarpa de fiera; / soy un novio de la muerte / que va a unirse en lazo fuerte / con tal leal compañera”. Incluso Millán-Astray vería esta dieta con buen ojo.