Fracasa la comisión del supuesto fraude electoral
Trump no sólo encuentra problemas con su realidad en la Casa Blanca. En el mundo de “los hechos alternativos” tampoco le salen las cosas como él pretendía. Una de las hipérboles habituales del presidente estadounidense es que ganó por votos electorales con una goleada. Esa afirmación, que es una exageración, por no decir que es un mentira más que demostrable, vino acompañada por la denuncia de que también había ganado el voto popular. Esto tiene más miga. Por un margen verdaderamente histórico, Hillary Clinton se llevó al menos tres millones más de sufragios que él. Pero Trump, herido en su ego por los gritos de “no eres nuestros presidente” que se difundieron por las calles, sostuvo que eso era una falsedad, una demostración de que el sistema estaba manipulado y que habían votado los que no podían votar. Sin ningún tipo de prueba, y sólo a partir de fabulaciones de los teóricos de la conspiración, Trump abrió una comisión que debía centrarse en investigar un supuesto fraude electoral. Este miércoles, y de forma abrupta, el presidente cerró esa comisión. Durante estos meses no dieron con ninguna evidencia de montaje. A medida de su estilo, no aceptó que la conclusión se debiera a su fracaso, sino a la propia corrupción: “A pesar de la sustancial evidencia de fraude, muchos estados se han negado a aportar información”.