La Vanguardia

‘Manifest’

- Albert Montagut

En 1988, Ted Turner, el gigante de la televisión que visionó y creó la CNN, lanzó un nuevo canal al que denominó TNT (Turner Network Televisión). Se trataba de un canal de entretenim­iento en el que el cine iba a jugar un papel determinan­te. El estreno de TNT vino marcado por dos grandes acontecimi­entos, la emisión de Lo que el viento se

llevó y la coloración de películas antiguas en blanco y negro.

La coloración de aquellos originales fue recibida con cierta sorpresa en EE.UU., pero pasados los meses del impacto que supuso ver los grandes clásicos de la era del blanco y negro en color, se desató una feroz crítica.

Durante varios años la lucha del mundo del cine –actrices, actores, guionistas, directores, productore­s y periodista­s– contra la coloración de las películas fue tan notable, que la crisis cultural provocada por Turner dio la vuelta al mundo.

Fue en aquellos mismos años cuando la ciudad de Barcelona quiso montar su propio festival de cine. El fracaso de intentar colocar en la ciudad preolímpic­a una alfombra roja con aires de Hollywood, coincidió con la firma del denominado Manifest de Barcelona. Del Festival de Cinema de Barcelona nunca más se supo, pero del manifiesto queda constancia en una pieza de mármol incrustada en el asfalto de la Rambla de Catalunya, muy cerca de la Diagonal y a pocos metros de la Jirafa coqueta de Josep Granyer.

En la placa se puede leer Manifest de Barcelona y en catalán e inglés el siguiente texto: “Nosotros directores de cine exigimos como derecho moral que nuestras obras lleguen al espectador tal y como fueron concebidas originaria­mente”.

La belleza arquitectó­nica de la Diputación distrae a la mayoría de visitantes y son, realmente, muy pocas las personas que se percatan de la placa. Pero quienes lo hacen, agradecen que se les explique su contexto histórico y significad­o. En la placa se encuentra a faltar la fecha o, simplement­e, el año en que se firmó el Manifest.

El futuro se construye en el presente, y el presente es el resultado del pasado. Cambiar el pasado, como colorear el cine en blanco y negro, nos hace perder la perspectiv­a y las claves de cómo hemos evoluciona­do. En un mundo tan tecnológic­o como el actual, sería de agradecer que alguien esculpiera en el mármol de la Rambla Catalunya el año en que se firmó el Manifest. La historia, la cultura y la propia ciudad lo agradecerí­an.

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