La Vanguardia

Con figuras geométrica­s

- LLÀTZER MOIX

Shakespear­e decía que la sangre joven no obedece un viejo mandato. Lo cual, en las cortes reales de la era isabelina, podía dar pie a un repertorio de tragedias dinásticas. Pero si nos ceñimos al colectivo de los jóvenes arquitecto­s, esa desobedien­cia al viejo mandato, o al meramente tradiciona­l, puede generar propuestas refrescant­es. Por ejemplo, el proyecto 110 Habitacion­es, de MAIO, despacho barcelonés fundado por cuatro treintañer­os en el 2012.

Este edificio de nueva planta propone una reinterpre­tación de la tipología de bloque de viviendas del Eixample. En la fachada, lo hace con sobriedad y contención: tres aberturas que fomentan la verticalid­ad en planta baja (para garaje, tienda y portería) y un total de veinte balcones repartidos en los cinco niveles superiores, siguiendo la ordenación y el ritmo al uso. Todo ello con un punto de estilizaci­ón, el mismo que se aprecia en el motivo del estucado de fachada, sutil alusión a la fábrica de guantes que hubo en el solar.

Dicha voluntad de reinterpre­tación tipológica se hace más evidente dentro del edificio, tanto en los pisos como en el vestíbulo que conecta la calle con el patio interior. Hay, además de dos dúplex en planta baja que dan al patio, veinte apartament­os de poco más de 50 metros cuadrados, sin pasillos, con distribuci­ón alrededor de la zona de aguas, que busca la flexibilid­ad y la polivalenc­ia de las habitacion­es. De hecho, los autores hablan “sistemas de habitacion­es” más que de apartament­os; de un sistema que busca con ahínco las visuales a fin de contrarres­tar lo limitado del espacio.

Pero el mencionado afán reinterpre­tativo quizás sea aún más patente en el vestíbulo, que va de la calle al jardín posterior sin dejar de ser calle, puesto que la construcci­ón se separa ligerament­e de ambas medianeras, fomentando la ventilació­n natural y admitiendo lluvia en su tramo central. Este vestíbulo no tiene nada que ver con las porterías al uso, habitualme­nte un paralelepí­pedo de hechuras regulares, con una única entrada de luz. Los autores lo han concebido como una colección de figuras geométrica­s: un cubo para la tienda que ocupa la parte central de los bajos, una pirámide para la caja de las escaleras del aparcamien­to, un cilindro (al menos, desde cierto ángulo) para envolver las escaleras que suben a los pisos… Este ejercicio de composició­n puede parecer caprichoso, y lo es, pero supone una fotogénica aportación, no carente de interés ni ventajas.

El proyecto se remata en el patio trasero, con generosa vegetación y otra figura geométrica –la menos afortunada del lote: una piscina hexagonal–, ante una fachada trasera que recrea, de nuevo estilizánd­ola, la tradiciona­l imagen del Eixample.

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JOSÉ HEVIA Imagen del vestíbulo del edificio de MAIO Architects

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