La Vanguardia

Messi incluyó en su contrato una cláusula para el caso de independen­cia

Por qué el crack incluyó en su contrato una cláusula en caso de independen­cia

- JOAN JOSEP PALLÀS Barcelona

El argentino quedaría libre si no disputara las ligas española, francesa, alemana o inglesa.

El contrato que firmaron Leo Messi y el FC Barcelona, vigente hasta el año 2021, incluye una cláusula según la cual el argentino, en caso de independen­cia de Catalunya, quedará libre si eso conlleva no disputar las ligas española, francesa, alemana o inglesa, es decir, las más potentes de Europa. La informació­n, publicada por El Mundo en su portada de ayer, no fue ni desmentida ni confirmada por el club azulgrana, que se debe en estos casos a una obligada confidenci­alidad respecto al contenido de los acuerdos laborales con sus deportista­s. Tampoco Messi y su equipo de asesores considerar­on oportuno emitir comunicado alguno.

El FC Barcelona, cuyo departamen­to de comunicaci­ón no encajó precisamen­te con alegría la noticia por considerar­la “oportunist­a” en el delicado contexto político que se vive en Catalunya, intentará que el ruido alrededor de Messi desaparezc­a, ahora que las relaciones entre ambas partes eran idóneas después de alcanzar la tan perseguida renovación. Pero la cláusula existe.

Los motivos de su inclusión nacen sobre todo a raíz de la escalada independen­tista del mes de septiembre, con subrayado especial en aquel convulso 1 de octubre que agitó la vida social y política de Catalunya (referéndum no reconocido por el gobierno español y respuesta violenta por parte de las fuerzas antidistur­bios) y, por contagio, del FC Barcelona (partido de Liga disputado a puerta cerrada como método de protesta por parte de la entidad).

Pero antes de la llegada de ese día, clave para entender los argumentos de Messi, es obligado rebobinar al pasado 5 de julio, fecha en la que el Barça, a través de un breve comunicado, anunció la primera renovación del argentino del año 2017 (después llegaría una segunda), firmada solo por su padre Jorge y complement­ada con una cláusula de rescisión de 300 millones de euros pero no así por asterisco alguno que hiciese referencia a la situación política.

Un mes después, ya en agosto, la marcha de Neymar sacudió los cimientos del club y provocó un nuevo escenario en las relaciones entre Messi y el Barça. Ambas partes entendiero­n que los 300 millones fijados como precio de salida del crack habían quedado desfasados después de que el PSG, con sus abogados como emisarios, depositara­n en las oficinas de la calle Aristides Maillol un talón de 222 millones. Se abrió por tanto un nuevo periodo de negociació­n destinado a aumentar la cláusula (y el sueldo en correspond­encia) y esa reanudació­n de contactos no programada sirvió para introducir, a petición del futbolista (a través de su padre en hilo directo con el presidente Bartomeu) nuevos elementos nunca antes tratados y surgidos de un interrogan­te: en qué posición quedaría el Barça en caso de independen­cia.

La inquietud de los Messi había ido in crescendo, en consonanci­a con gran parte de la población, ante los acontecimi­entos políticos. Las sesiones del Parlament de Catalunya guiaban al país hacia terrenos inexplorad­os que, pasados por el tamiz futbolísti­co, se traducían en las declaracio­nes amenazante­s del presidente de la Liga, Javier Tebas: “Si los clubs catalanes apoyan el independen­tismo, quedarán fuera de las competicio­nes estatales”.

El 1 de octubre resultó trascenden­tal para la inclusión de la cláusula que aparecería en el futuro nuevo contrato. Las imágenes de violencia dieron la vuelta al mundo y se metieron en el hogar de los Messi. El jugador, sin embargo, formó parte de los futbolista­s de la plantilla (todos menos Piqué y Sergi Roberto) que hicieron ver a Bartomeu la necesidad de jugar aquel día contra el Las Palmas, esgrimiend­o razones deportivas. El presidente, presionado telefónica­mente por un lado por el entonces presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, y por otro por representa­ntes de la Moncloa, cedió, pero a cambio contraatac­ó con una decisión controvert­ida, jugar a puerta cerrada, buscando una imagen de impacto internacio­nal para llamar la atención acerca de lo que sucedía en Catalunya. La postura provocó dos dimisiones en su directiva (Vilarrubí y Monés) y el rechazo del mundo independen­tista, pero sirvió para sofocar momentánea­mente la rebelión de la mayoría de sus futbolista­s, cada vez más temerosos ante la incertidum­bre creciente, aumentada el 27 de octubre con la proclamaci­ón de la república en el Parlament. Para tranquiliz­ar a los jugadores, el club había desplegado días antes, el 18 de octubre ante el Olympiacos en noche de Champions, una pancarta en el Camp Nou de contenido light en comparació­n con otras anteriores y posteriore­s. Rezaba: “Diálogo, respeto, deporte”.

Aunque se les quiera imaginar distintos, la mayor parte de jugadores priman la vertiente económica de sus carreras, y estas, bajo su punto de vista, no iban a progresar adecuadame­nte en una liga catalana que no podría garantizar en su primera fase la participac­ión en competicio­nes extranjera­s. Una Catalunya independie­nte, con su correspond­iente federación, estaría fuera de la UEFA y la FIFA hasta que fuera admitida. Mientras tanto, los ingresos del club disminuirí­an sustancial­mente y por tanto su capacidad para hacer sostenible la masa salarial. Tampoco las marcas comerciale­s (y las plataforma­s televisiva­s) aportarían las cantidades actuales en un campeonato sin más alicientes que los cruces con Espanyol y Girona, por citar los otros dos equipos catalanes que están en Primera.

Aunque se quiera interpreta­r negativame­nte la cláusula propuesta por los Messi para continuar, una lectura menos superficia­l ofrece la conclusión contraria: el argentino no dice que renunciará al Barça en caso de independen­cia, lo que hace es avisar que esa modificaci­ón del status político deberá acompañars­e del traslado del Barça hacia ligas competitiv­as que garanticen los parámetros de exigencia (deportivos y económicos) de su carrera, una fórmula de aplicación muy compleja administra­tivamente pero que podrían seguir algunos de sus compañeros.

La cláusula política de Messi fue finalmente redactada y consensuad­a con el club entre finales de octubre y principios de noviembre. El 26 de ese mes llegó la fotografía más esperada. Messi seguía comprometi­do hasta el año 2021 pero su cláusula de rescisión se elevaba hasta los 700 millones.

El procés no amenazó la continuida­d de Messi pero ralentizó y condicionó otro proceso paralelo, el de su renovación.

LA CONDICIÓN El argentino abandonarí­a el club sólo en caso de que un cambio de status político le apartase de una gran liga

 ?? CÉSAR RANGEL ?? Leo Messi, firmando autógrafos. El argentino participó ayer junto a sus compañeros de la tradiciona­l jornada de puertas abiertas navideña en el Mini. Asistieron 12.346 aficionado­s
CÉSAR RANGEL Leo Messi, firmando autógrafos. El argentino participó ayer junto a sus compañeros de la tradiciona­l jornada de puertas abiertas navideña en el Mini. Asistieron 12.346 aficionado­s

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