Junqueras y la prevención de riesgos
ORIOL Junqueras seguirá en régimen de prisión preventiva en Estremera. El Tribunal Supremo (TS) rechazó ayer el recurso del exvicepresidente del Govern contra la decisión del juez Llarena de mantenerle encarcelado, por considerar que hay riesgo de que reincida en los delitos (rebelión, sedición, malversación) que se le imputan, y por los que será juzgado, probablemente, antes del verano. De poco ha servido la declaración prestada el jueves por el candidato de ERC ante el TS, en la que rogó su liberación para poder representar a quienes le habían votado el 21-D, aduciendo sus convicciones religiosas, su civismo y su compromiso con la concordia y la paz, que según dijo le impedían participar en actos violentos. Junqueras no aprovechó, anteayer, la ocasión para acatar expresamente el marco constitucional, como en su día hizo la presidenta del Parlament, logrando eludir la prisión provisional. Y los magistrados no vieron en esta omisión una garantía de que no habría reiteración delictiva.
La permanencia del republicano en la cárcel, pasados ya dos meses de su ingreso, no es una buena noticia. Es evidente que el proceso independentista, implementado en las infaustas sesiones parlamentarias del 6 y 7 de septiembre, cuando desde las más altas instancias de la Generalitat se quebró la ley, se acometió de modo erróneo. Es también evidente que el Estado central había advertido sobre los efectos que esta deriva tendría. Es obvio además que ni el Estado ni la judicatura van a relativizar la gravedad de aquellos hechos ni a tolerar que se repitan. Pero, dicho esto, merecen también atención quienes creen que se está haciendo un uso desproporcionado de la prisión preventiva. No suscribimos el tuit de ayer del cesado presidente Puigdemont, según el cual Junqueras y otros encarcelados son “rehenes”. Pero sí nos parece opinable la posibilidad de que Junqueras vaya a reincidir pronto. Porque no se dan las condiciones para reeditar el proceso. Porque Junqueras no ocupa ya los cargos públicos que tuvo. Y porque, dada la inminencia del juicio y las dificultades de JxCat y ERC para pactar su posible alianza, es impensable que Junqueras vaya a enredar más su caso.
El rechazo del recurso de Junqueras es prueba clara del rigor judicial y de la firmeza del Estado ante el desafío independentista. Y fuerza a Puigdemont a aclarar ya si regresa a España, si sigue en Bruselas o si cede la representación de JxCat. El anterior Govern llevó a Catalunya a una excepcionalidad que se está revelando costosa y que amenaza cronificarse. Lo que ayude a revertirla será bienvenido. Lo que la prolongue, no.