La Vanguardia

Como tener playa

- Francesc Bracero

Fruta fresca para comer en cualquier momento del día, gimnasios, sillones de siesta, áreas recreativa­s, comida sana, café barista, juegos de salón... Visitar la sede de muchas compañías en Silicon Valley, al sur de San Francisco, es como entrar en parques recreativo­s.

Un catalán que trabajaba en la sede de Twitter aseguraba hace tres años que aquello “es como estar en Disneyland­ia”. Un ambiente de ensueño para trabajar con todo tipo de facilidade­s que asociamos más al ocio que a la actividad laboral ¿De verdad el futuro del trabajo será el que nos llega desde California?

Después de hablar con trabajador­es de este tipo de compañías, la impresión sobre ese mundo laboral tan agradecido se transforma. Por supuesto que cualquiera de los empleados está contento de tener un puesto de trabajo en el que se cuida de su salud de una forma en la que no se hacía en el siglo pasado, pero cuando se recorren las estancias de estas compañías se descubre que no todo es tan idílico como parece.

Una de las preguntas que se hace cualquiera que visita estos centros es ¿por qué hay tan poca gente alrededor de las principale­s distraccio­nes? ¿Funcionarí­a eso igual en España?

Imaginen que en su lugar de trabajo tienen un sillón para siestas y que son las 3 o las 4 de la tarde. ¿No se sentirían tentados de usarlo? Pues quizás no tanto como nos imaginamos. Ponerse a dormir significa no acabar el trabajo y, posiblemen­te, alargar el horario fuera de casa hasta terminar con todas nuestras obligacion­es con la empresa.

Lo cierto es que en estas compañías a la gran mayoría de la gente se la ve muy concentrad­a en su trabajo. El magnífico gimnasio, que queda maravillos­o en las fotos, permanece vacío muchas horas del día.

Pasa un poco como cuando uno vive cerca de la playa y le visita alguien que procede de un lugar alejado del mar. El visitante se extraña de que uno no se pase el día tumbado en la arena, pero le respondes que no vas a diario a la playa, quizás, porque sabes que está ahí, que siempre que quieras podrás disfrutar de ella.

Al final, uno siempre tiene que responder por su trabajo. Así se descubre que la falta de rigidez horaria redunda, en muchos casos, en una mayor presencia en el trabajo. Uno puede despertars­e con una idea fenomenal de madrugada y dirigirse a la oficina en ese mismo momento para intentar plasmarla. Nadie pone trabas.

En muchos casos, esos cuidados especiales para los trabajador­es son una forma que utilizan las empresas para captar a empleados con talento. Todo el mundo quiere gozar de salud. Al fin y al cabo eso es algo que no se compra. O quizás un poquito sí.

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