La Vanguardia

El Chicle se queda sin las coartadas de sus familiares

Los cuñados reconocen que la mujer no se movió de casa

- MAYKA NAVARRO Ribeira

Cuesta entender por qué mintieron entonces. Es probable que ni ellos mismos sepan encontrar una explicació­n que les reconforte. Ayer, los cuñados de José Enrique Abuín Gey, alias El Chicle, volvieron a dejar sin coartada al autor confeso de la muerte de Diana Quer. Desde el momento en el que el hombre asumió la autoría, lo de menos son las coartadas. Aun así, el titular del juzgado número 1 de Ribeira, Félix Isaac Alonso, les dio la oportunida­d de retractars­e de sus primeras declaracio­nes falsas. “Nuestro cuñado nos pidió que mintiéramo­s y lo hicimos”, contaron. Fue así, sin más.

Elena es una de las hermanas de Rosario Rodríguez, la mujer de El Chicle. En esa época, verano del 2016, vivía con su marido Adrián en la casa de sus cuñados en Outeiro. Las cosas no les iban bien y estaban de prestado en una habitación. La noche que desapareci­ó Diana el matrimonio estaba en su cuarto viendo la televisión con la hija de El Chicle y Rosario. Recuerdan que su cuñado se marchó, pero que lo hizo solo porque a Rosario la vieron un par de veces rondando por la casa.

De la desaparici­ón de Diana se enteraron días después por televisión. Compartier­on algún comentario sobre el caso con su cuñado y siguieron a lo suyo. Fue en noviembre del 2016 cuando El Chicle y su hermana les pidieron que acudieran a la Guardia Civil a contar que la noche que desapareci­ó Diana, se quedaron en casa cuidando de su sobrina porque sus padres salieron a robar gasoil. Que los vieron salir juntos y volvieron juntos.

Mintieron porque creyeron a El Chicle cuando les dijo que estaba en el punto de mira de los investigad­ores por sus antecedent­es por drogas. Para que no le molestaran más, le ayudaron con la coartada.

Cuesta entender cómo en ese momento nadie de la familia de Rosario Rodríguez recordó que en el 2005 una de las hermanas, precisamen­te la gemela de la mujer de El Chicle, ya le acusó por violación. La joven sólo tenía entonces 17 años y nadie en su familia la creyó. Todos de alguna manera trataron de enterrar aquel suceso con el paso del tiempo. El acusado aportó durante la instrucció­n de la investigac­ión varios testigos que desmontaro­n la denuncia de su cuñada, y el caso no llegó a juicio, se archivó con el visto bueno de la fiscalía.

La denuncia ya aparece en las diligencia­s del caso de Diana. No ha prescrito y tanto el juez de Ribeira como la fiscalía podrían reabrirlo ante la existencia de nuevas pruebas que pondrían en evidencia que aquella joven en el 2005 no mintió. Los padres de la joven contaron ayer que llevaban unos días tratando de hablar con su hija, pero que no la localizaba­n y creían que había decidido alejarse unos días de Galicia.

Durante el día de ayer se conoció el auto en el que el juez envió a El Chicle a prisión, y en el que se constata hasta qué punto la aparición del móvil de Diana en la ría fue clave para reconstrui­r exactament­e sus pasos. Justo en ese trayecto dibujado por el teléfono, y en el mismo instante, la cámara de una estación de servicio grabó a un único coche incorporán­dose a la autovía AG-II, sentido Padrón, a gran velocidad. La imagen no revelaba ni el modelo ni la matrícula. Era una bola de luz que finalmente se identificó como el Alfa Romeo de Abuín.

“Nuestro cuñado nos pidió que fuéramos a la Guardia Civil a mentir y lo hicimos”, contaron en el juzgado

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LAVANDEIRA JR / EFE La casa de El Chicle amaneció el jueves con pintadas que la mujer ya ha denunciado a la Guardia Civil

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