Diálogo y respeto
AURELIO MENÉNDEZ (1927-2018) Abogado, exministro, exmiembro del Tribunal Constitucional
El pasado 2 de enero fallecía Don Aurelio Menéndez, habiendo superado la edad de noventa años. Había nacido en Gijón, ciudad que abandonó al cursar sus estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo, pero de la que nunca abdicó; es más, regresaba asiduamente, y puntualmente todos los veranos, y por sus relevantes méritos fue nombrado hijo predilecto. Aurelio Menéndez fue un asturiano cabal y un español en el pleno sentido de la palabra. Amante de su tierra y de sus gentes, supo construir una escuela de juristas integrada por catedráticos, profesores y doctores procedentes de las más diversas regiones españolas, Asturias, Castilla León, País Vasco, Cataluña, Andalucía y, por su puesto, Madrid. Fue catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad de Salamanca, Oviedo y Autónoma de Madrid, de la que también fue su Decano Comisario. Ciertamente la docencia e investigación universitarias fue su gran vocación, cuyo legado es colosal habiendo impartido, por un lado, docencia a los miles de alumnos que durante casi cuarenta años siguieron sus cursos de licenciatura y doctorado, y por otro lado, dejando una obra escrita sobre los temas más variados de Derecho mercantil cuya cita resulta inexcusable.
Al lado de esa faceta académica, su rica personalidad contribuyó a modernizar la legislación mercantil española, impulsando y pilotando la actualización del centenario Código de comercio tras la incorporación de España a la Unión Europea, desde la presidencia de la Sección de Derecho Mercantil de la Comisión General de Codificación.
No ha de extrañar que con esa formación académica y experiencia prelegislativa, unidos a su afán de superación y lucha por la justicia, fundara, junto a su maestro el profesor Rodrigo Uría, uno de los despachos jurídicos más acreditados de nuestro país y de amplia proyección internacional: el bufete de abogados Uría & Menéndez.
Si las actividades reseñadas, que realizó en grado sumo, pueden colmar la vida de cualquier profesional excelso, no es menos cierto que sintió y practicó la actividad política. Fue ministro de Educación en el primer Gobierno de Adolfo Suárez, siendo esencial su aportación en la negociación y legalización del Partido Comunista, engranaje imprescindible en el proceso de restauración democrática. En este apartado importa destacar que Aurelio Menéndez nunca fue hombre de partido, aunque tenía sus preferencias políticas, que se identificaban con el diálogo, la negociación y el respeto absoluto del adversario. Convencía pero no imponía. Preguntaba pero no claudicaba. Le interesaba la persona, la condición humana más que la forma en que pensaba o argumentaba. Por eso entendió la política no como instrumento de poder sino como sacrificio personal al servicio del interés general. Honesto, transparente, sincero hasta el extremo volvió a su cátedra y a su ejercicio profesional tan pronto cumplió el mandato para el que fue llamado.
Sus dotes profesionales compañeras de sus cualidades de persona independiente, honesta y transparente justificaron con creces su nombramiento como magistrado del Tribunal Constitucional, cargo que desempeñó pocos meses.
Doctor honoris causa por varias universidades españolas, premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales y Premio Pelayo son algunas de las distinciones que adornan su impecable trayectoria, a las que se añade la más reciente de Marqués de Ibias, al reconocerle el jefe del Estado, entre otros méritos, el haber sido preceptor del entonces Príncipe de Asturias durante sus estudios de Derecho.
No quiero terminar esta breve nota sin recordar una de las lecciones que más me han aportado en mi vida profesional, académica y personal. Con frecuencia me decía: Ignacio, hable y escriba libremente, pero cuide los adjetivos. Qué gran verdad. Qué consejo tan hermoso.
Ahora que se ha ido no podemos seguir disfrutando personalmente de su magisterio pero nos queda su gran legado, que acrecienta los valores sobre los que descansan el conocimiento, la concordia y el bienestar social.