Bogart también se queda sin techo
Cuando se encara por la escalera automática hacia la profundidad, esto es como hacer el trayecto a otra época. En términos de Julio Verne, parece más un viaje al centro de la tierra que a la luna.
Hay que decir que la disposición es inversa a lo habitual, lo que demuestra ir a contracorriente. No se sube al entrar. Al acceder desde la calle, el recorrido es de bajada. Los Lincoln Plaza Cinema, en el Upper West, se ubican en el sótano de un edificio de la avenida Broadway y la calle 63.
Hay una estatua de Humprey Bogart en uno de los rincones, que no deja de ser una declaración de principios, el de una estrella trasnochada, apreciada sin duda por los habituales de este zulo. Pero desconectada de este tiempo de celebridades fugaces, con músculo y pirotecnia en lugar de un Camel sin filtro fumado con la elegancia del que ha visto tanto que nada le sorprende. Bogart, que soñó los sueños de un seductor gracias a Woody Allen, va a tener que hacer las maletas.
A final de mes, sus anfitriones, Daniel y Toby Talbot, matrimonio desde hace 68 años, lo empaquetarán y se irán con viento fresco. Esta es la crónica de otro obituario. Como a Bogart, que más da otra raya para un tigre como Nueva York. Una más, sí. Pero duele.
Los Lincoln, uno de los pocos dedicados a filmes extranjeros y cine de autor, también son víctimas inmobiliarias en una ciudad más de palomitas que de película.